jueves, 7 de mayo de 2009

La “auctoritas” del Papa y la Iglesia, por Carmen Bellver


Como no parece que la gente lo entienda vuelvo a explicar que ser laica y católica no quiere decir ser papista, en el sentido que insinúan los protestantes o ateos. Al Papa se le respeta por lo que representa y se le cuestiona lo que haga falta, que no sea dogma de fe. Faltaría más. Ahora bien, si nos detenemos en el fondo de las furibundas críticas que algunos hacen al Santo Padre, observamos que siempre son personas polémicas a las que no les gusta la autoritad. Y me explico: Los romanos hacían una distinción entre ‘auctoritas’ y ‘potestas’, alabando la primera por encima de la segunda.

La “auctoritas” se posee y es la facultad de persuadir y argüir, se basa en el ejemplo y conlleva una superioridad moral. En este sentido el Papa elabora sus discursos y sus declaraciones a los medios con una gran “auctoritas”, sugiriendo no obligando. Luego está la potestas, que se relaciona con la fuerza y la imposición coercitiva, con el poder someter al otro a la fuerza con amenaza y coacción. Aquí es donde viene el dilema, porque cualquier sociedad jerarquizada lleva tanto a la auctoritas como a la potestas. Y lo que reclama cierta corriente de la Iglesia es una sociedad donde no existan más que la auctoritas.

Es el ideal del Evangelio, la fraternidad idealizada frente a la lucha fraticida que se da de modo consustancial en el ser humano, donde el instinto de dominio es tan fuerte que lleva a ejercer la potestas en todos los niveles sociales. El caso es que la principal autoridad moral de Occidente es el Santo Padre y algunos le rebaten su “auctoritas”, buscando ridiculizar esa aceptación general de su superioridad moral. Hay todo un lobby dedicado a alimentar la leyenda negra de la Iglesia.

Tenemos ahora en pantalla una nueva saga “Ángeles y Demonios” que volverá a sacar los colores a todo católico que se aproxime a una sala cinematográfica, con esas truculencias tantas veces oídas y relatadas sobre sociedades secretas y manos negras que pululan en la curia Vaticana. Hoy también es noticia en este medio la sospechosa muerte del Papa Luciani. Y es que tras una estructura de más de dos mil años se puede rascar toda la porquería que se quiera, porque en definitiva está hecha de la misma piel que la sociedad civil. Formada por personas que debieran ser ejemplo de conducta, pero no están exentas de caer en las intrigas de cualquier advenedizo o grupo de advenedizos.

En cualquier caso, los creyentes confiamos en el Magisterio de la Iglesia, pese a saber que hay errores y defectos en todos los creyentes. Se busca rebatir la superioridad moral de la Iglesia, cuestionando sus normas y ridiculizando a sus miembros, aireando toda la porquería que se encuentra por el camino. Pero si se acusa a la Iglesia de querer imponer una moral, tal vez debiéramos preguntarnos si la sociedad civil no se dedica con mayor afán a mantener una potestas legal que convierte a los creyentes en parias de la sociedad.

Siempre ha sido difícil ser creyente y manifestarlo públicamente, pero hoy es casi una proeza salir con la etiqueta de católico sin que te consideren poco más o menos que un débil mental. De hecho hay una corriente de pensamiento que acusa de sectario el funcionamiento de la Iglesia en su estructura y organización. Cosa que pudiera ser cierta, en algunos casos concretos, por la natural dificultad de relación que tiene el ser humano.

Yo sólo puedo decir que los medios de comunicación ejercen una influencia aplastante sobre los ciudadanos a quienes se les manipula de un modo u otro a fuerza de consignas que terminan por apartar la verdad de su camino, para finalizar discutiendo sobre las ideas más absurdas. Afortunadamente a los cristianos la libertad nos la da el ser hijos de Dios. Que el Papa diga que el preservativo no soluciona el SIDA no quiere decir que esté en contra de su uso en ciertos casos. Pero el revuelo mediático logrado sirve para despistar de otros problemas más acuciantes. ¡Y vaya si sirve!. Ahí se unen a la contra todos los grupos anti Vaticano, pagados a precio de oro para lanzar consignas desde los púlpitos mediáticos que todos conocemos. Creo que en el catecismo hay un apartado específico para definir lo que es el escándalo. Pero claro, eso hoy es moneda corriente en cualquier canal televisivo.

Tomado del blog “La voz de la semilla” de Carmen Bellver



,



No hay comentarios: