viernes, 31 de diciembre de 2010

Giordani, que abrazo de Año Nuevo nos diste...


No soy ni economista ni matemático…los números me dan dolor de cabeza y apenas si recuerdo mi número de cédula. Una de mis angustias es utilizar un cajero automático de esos que te piden ingresar aleatoriamente o los dos primeros o los dos últimos números de la cédula… me ha sucedido en algunas oportunidades que por titubear se anula el proceso y tengo que empezar de nuevo a introducir la tarjeta en la ranura.

Mis conocimientos en matemáticas son los básicos que aprendí en primaria y los dos primeros años de bachillerato…de allí en adelante, las ecuaciones de 1º, 2º ó 3º grado, las derivadas, despejar el valor de X, encontrar el mínimo común múltiplo o el máximo común divisor, hacer una simple regla de 3 se convierten para mí en galimatías similares a un texto chino del siglo XV (en realidad, de cualquier siglo), mucho mas las diferentes teorías y fórmulas ante las que tengo que inclinar la cabeza reconociendo mi propia ignorancia.

Pero hay un conocimiento al que no puedo escapar, aunque no lo pueda explicar en fórmulas y es al sentido práctico de las matemáticas, ese sentido que se manifiesta en el bolsillo. Lo poco que gano se queda totalmente en una farmacia, en un abasto y en una bomba de gasolina… X = 0 en la que X son los cobres y 0 es mi bolsillo. No tengo capacidad de ahorro, y no porque no quiera o porque sea un botarate sino porque luego de lo esencialmente fundamental no me queda nada!

Ayer Giordani, flamante ministro de las finanzas y la economía, vino a convertirse en una luz esclarecedora de mi pobreza matemática, y me enseñó una nueva fórmula
2,60 = 4,30 = ECDSM en la que 2,60 era el valor del dólar para los productos subsidiados como la comida y las medicinas, 4,30 es el nuevo valor del dólar para los mismos productos subsidiados, y las incógnitas son E = El; C = COÑO; D = DE;… y así sucesivamente.

Con un presupuesto nacional estimado en 40$ por barril de petróleo pero que en realidad está cercano a los 100$ (¿la diferencia a dónde va?), el anuncio del aumento del IVA y del IDB, ¿qué necesidad hay de subir casi al doble el valor del dólar para importar alimentos y medicinas especialmente porque quienes sufrirán las consecuencias serán quienes menos tienen? Y si me dijeran que los alimentos importados son exquisiteces como el caviar, el faisán, el bacalao, Whisky, Brandy, kiwis, peras y manzanas, pero es que en Venezuela no se produce nada y la mayoría hay que importarlo (ya el escándalo de PUDREVAL lo demostró), especialmente mas ahora que cientos, miles de hectáreas de cultivo quedaron arrasadas por las lluvias e inundaciones. Aquí el café viene de Nicaragua, los pollos son brasileños, la carne es argentina, las caraotas y los ajos son chinos, el arroz es del altiplano boliviano, los quesos son paraguayos… quienes de verdad se vendrán beneficiando no son los pobres de este país que tendrán que pagar casi el doble por los mismos productos de la dieta básica sino los países del Alba y en materia de medicinas, los grandes laboratorios transnacionales.

Si todavía a algún pío lector le parece injusta la ecuación cuyo resultado final es ECDSM, quisiera reportarles la razón que esgrimió Giordani para eliminar el dólar a 2,60:
“Esta decisión nos va a permitir una simplificación del manejo de esta situación y no tenemos duda que va tener una serie de significaciones en términos de la economía nacional”

El todo es simplificar el manejo de la situación…pero, ¿quién nos simplifica la vida? ¿porqué tenemos que pagar aumentos desconsiderados para que las ganancias se las lleven Bolivia, Brasil, China, Nicaragua, Cuba y Argentina y los beneficios sean solo para ellos?

A escasas horas del cañonazo, prepárense para abrazar a quienes mas puedan, porque el año que viene, o expropian los abrazos o los suben de precio, cambien las uvas por mamones y el pernil por mortadela, sustituyan las aceitunas y alcaparras de las hallacas por cubitos cortados en pedacitos, que son igual de salados…mientras se consiguen.

ECDSM

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lunes, 27 de diciembre de 2010

Moisés Naim: "CAP, un hombre defectuoso"


Carlos Andrés Pérez murió desterrado, con su reputación dañada, su partido político en ruinas y su intento de modernizar a Venezuela fracasado. Es fácil imaginar que la acusación que más le dolía es que sin él, y sus muchos errores, el teniente coronel y la tragedia histórica que este representa se hubiesen podido evitar.

No hay dudas de que Carlos Andrés Pérez es culpable de muchas de las acusaciones que se le hacen. Pero tampoco hay dudas de que este hombre tan defectuoso fue un venezolano excepcional y un gigante moral y políticamente superior a la gran mayoría de sus acusadores. ¿Se imagina usted a alguno de quienes lo defenestraron políticamente ­el teniente coronel, los tristemente célebres notables, los dueños de los medios de comunicación, sus columnistas, los grupos económicos o los demás líderes políticos del momento­ tomando voluntariamente medidas que reducen su poder? Carlos Andrés Pérez podía nombrar a dedo a gobernadores y alcaldes; en cambio, promovió las reformas que permiten a los ciudadanos elegirlos directamente. Obviamente eso redujo su poder. Él lo sabía y, sin embargo, lo hizo. Al llegar en 1989 a su segunda presidencia, heredó un sistema económico que le daba al Gobierno ­y a él­ todo el poder sobre la economía. El Gobierno decidía qué empresas privadas podían tener acceso a dólares baratos y cuáles no; qué periódicos y canales de televisión podían importar insumos y a qué precio; a cuánto se podían vender desde los huevos hasta el hielo. No es de extrañar que los medios de comunicación y los grandes grupos económicos vivieran postrados a los pies del Gobierno. Pérez abolió ese perverso sistema.

La mayor eficiencia económica y la eliminación de la inmensa corrupción, que es inevitable en ese sistema, constituyeron un gran avance. Pero este avance también ocurrió a expensas del poder presidencial. Hay muchos más ejemplos de cómo este líder tan vilipendiado fue cediendo poder voluntariamente guiado sólo por su convicción democrática. Casi instantáneamente, quienes antes mendigaban cargos, divisas o aumentos de precios utilizaron su nueva libertad para atacar sin misericordia a Pérez y su gobierno.

Como los tiburones que huelen la sangre en el agua, los más diversos actores ­desde los más primitivos gorilas a los más sofisticados "notables", de los políticos más oportunistas a los empresarios más avezados­ se lanzaron contra Pérez.

La avidez por el poder, el dinero o viejos resentimientos, miserias humanas insondables y, en algunos casos, la ideología actuaron como potentes estímulos para pequeños políticos súbitamente transformados en los formidables agresores que lograron sacar a Pérez del juego. Éste, convencido de que las reglas de la democracia había que respetarlas a toda costa, los dejó hacer. Se rehusó hasta el final a utilizar los tradicionales instrumentos del poder ­tan comunes en la Venezuela de antes y en la de hoy­ para defenderse de sus enemigos.

"Como no soy un acumulador de resentimientos, me equivoque al suponer que todos actuábamos así y que las diferencias y duelos políticos nunca serían duelos a muerte.

Me equivoqué", dijo en 1993, en su último discurso como Presidente. Y añadió: "No he perseguido a nadie. A nadie he hostilizado. Sin embargo, contra nadie se ha desatado una campaña tan sistemática, larga y obsesiva como la que se ha ensañado contra mí y mi gobierno. La he soportado con la convicción de que en las democracias son siempre preferibles los abusos de la oposición que los abusos del gobierno".

¿Se imagina usted a Fidel Castro, al Che Guevara o a sus más recientes imitadores actuando así? ¿Se imagina usted a otros presidentes venezolanos nombrando en cargos fundamentales a algunos de sus enemigos, tal y como lo hizo Carlos Andrés Pérez en más de una oportunidad? A Pérez le importaba más tener el aporte de sus más talentosos enemigos que cuán leales o desleales le podían ser. ¿Cuántos presidentes latinoamericanos puede usted nombrar que ante una campaña política para sacarlos del poder lo entregan voluntariamente y salen del palacio presidencial para ir a la cárcel, motivados sólo por el ánimo de proteger las reglas que separan la vida en sociedad de la barbarie? Su pasión por la democracia no terminaba en los linderos de su patria. Los demócratas de Latinoamérica, del Caribe y hasta España y Portugal han dado fe de que la eficaz intervención de Carlos Andrés Pérez fue determinante en los momentos más críticos de sus luchas. Mientras la Venezuela de hoy exporta apoyos a sanguinarias tiranías, como las de Irán, Cuba o Bielorrusia, la de Carlos Andrés Pérez exportaba libertad y democracia.

Este hombre tan defectuoso murió viendo como en su país sus ideales eran pisoteados a diario y su legado era despreciado hasta por quienes se beneficiaron de su obra. Pero los hechos son tercos y, tarde o temprano, afloran. La historia lo reivindicará como uno de los grandes líderes continentales del siglo XX. Paz a sus restos.

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domingo, 19 de diciembre de 2010

Mario Vargas Llosa: discurso de aceptación del Nobel


© FUNDACIÓN NOBEL 2010 Se concede permiso general para la publicación
en periódicos en cualquier lengua desde el 7 de
diciembre de 2010, a las 17:30

Mario Vargas Llosa:
Elegio de la lectura y la ficción
Discurso Nobel
7 diciembre de 2010

Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas.

La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras.

Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro, de gran nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores. Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero.

No era fácil escribir historias. Al volverse palabras, los proyectos se marchitaban en el papel y las ideas e imágenes desfallecían. ¿Cómo reanimarlos? Por fortuna, allí estaban los maestros para aprender de ellos y seguir su ejemplo. Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia. Faulkner, que es la forma –la escritura y la estructura– lo que engrandece o empobrece los temas. Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el número y la ambición son tan importantes en una novela como la destreza estilística y la estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y que una novela, una obra de teatro, un ensayo, comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada.

Si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo algo o mucho sus sombras nos sumirían en la oscuridad. Son innumerables. Además de revelarme los secretos del oficio de contar, me hicieron explorar los abismos de lo humano, admirar sus hazañas y horrorizarme con sus desvaríos. Fueron los amigos más serviciales, los animadores de mi vocación, en cuyos libros descubrí que, aun en las peores circunstancias, hay esperanzas y que vale la pena vivir, aunque fuera sólo porque sin la vida no podríamos leer ni fantasear historias.

Algunas veces me pregunté si en países como el mío, con escasos lectores y tantos pobres, analfabetos e injusticias, donde la cultura era privilegio de tan pocos, escribir no era un lujo solipsista. Pero estas dudas nunca asfixiaron mi vocación y seguí siempre escribiendo, incluso en aquellos períodos en que los trabajos alimenticios absorbían casi todo mi tiempo. Creo que hice lo justo, pues, si para que la literatura florezca en una sociedad fuera requisito alcanzar primero la alta cultura, la libertad, la prosperidad y la justicia, ella no hubiera existido nunca. Por el contrario, gracias a la literatura, a las conciencias que formó, a los deseos y anhelos que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos del viaje a una bella fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando los contadores de cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola.

Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión. Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real. Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobación, si echa raíces en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, inquisidores y carceleros viven más seguros y mejor.

La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. Cuando la gran ballena blanca sepulta al capitán Ahab en el mar, se encoge el corazón de los lectores idénticamente en Tokio, Lima o Tombuctú. Cuando Emma Bovary se traga el arsénico, Anna Karenina se arroja al tren y Julián Sorel sube al patíbulo, y cuando, en El Sur, el urbano doctor Juan Dahlmann sale de aquella pulpería de la pampa a enfrentarse al cuchillo de un matón, o advertimos que todos los pobladores de Comala, el pueblo de Pedro Páramo, están muertos, el estremecimiento es semejante en el lector que adora a Buda, Confucio, Cristo, Alá o es un agnóstico, vista saco y corbata, chilaba, kimono o bombachas. La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez.
Como todas las épocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanáticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie convencida de que matando se gana el paraíso, que la sangre de los inocentes lava las afrentas colectivas, corrige las injusticias e impone la verdad sobre las falsas creencias. Innumerables víctimas son inmoladas cada día en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores de verdades absolutas. Creíamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido. Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo y, con la multiplicación de armas de destrucción masiva, no se puede excluir que cualquier grupúsculo de enloquecidos redentores provoque un día un cataclismo nuclear. Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crímenes retumbe por todo el planeta y nos abrumen de horror las pesadillas que provocan. No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercándonos –aunque nunca llegaremos a alcanzarla– a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura, aquella que sólo inventándola, escribiéndola y leyéndola podemos merecer. Enfrentándonos a los fanáticos homicidas defendemos nuestro derecho a soñar y a hacer nuestros sueños realidad.

En mi juventud, como muchos escritores de mi generación, fui marxista y creí que el socialismo sería el remedio para la explotación y las injusticias sociales que arreciaban en mi país, América Latina y el resto del Tercer Mundo. Mi decepción del estatismo y el colectivismo y mi tránsito hacia el demócrata y el liberal que soy –que trato de ser– fue largo, difícil, y se llevó a cabo despacio y a raíz de episodios como la conversión de la Revolución Cubana, que me había entusiasmado al principio, al modelo autoritario y vertical de la Unión Soviética, el testimonio de los disidentes que conseguía escurrirse entre las alambradas del Gulag, la invasión de Checoeslovaquia por los países del Pacto de Varsovia, y gracias a pensadores como Raymond Aron, Jean-François Revel, Isaiah Berlin y Karl Popper, a quienes debo mi revalorización de la cultura democrática y de las sociedades abiertas. Esos maestros fueron un ejemplo de lucidez y gallardía cuando la intelligentsia de Occidente parecía, por frivolidad u oportunismo, haber sucumbido al hechizo del socialismo soviético, o, peor todavía, al aquelarre sanguinario de la revolución cultural china.

De niño soñaba con llegar algún día a París porque, deslumbrado con la literatura francesa, creía que vivir allí y respirar el aire que respiraron Balzac, Stendhal, Baudelaire, Proust, me ayudaría a convertirme en un verdadero escritor, que si no salía del Perú sólo sería un seudo escritor de días domingos y feriados. Y la verdad es que debo a Francia, a la cultura francesa, enseñanzas inolvidables, como que la literatura es tanto una vocación como una disciplina, un trabajo y una terquedad. Viví allí cuando Sartre y Camus estaban vivos y escribiendo, en los años de Ionesco, Beckett, Bataille y Cioran, del descubrimiento del teatro de Brecht y el cine de Ingmar Bergman, el TNP de Jean Vilar y el Odéon de Jean Louis Barrault, de la Nouvelle Vague y le Nouveau Roman y los discursos, bellísimas piezas literarias, de André Malraux, y, tal vez, el espectáculo más teatral de la Europa de aquel tiempo, las conferencias de prensa y los truenos olímpicos del general de Gaulle. Pero, acaso, lo que más le agradezco a Francia sea el descubrimiento de América Latina. Allí aprendí que el Perú era parte de una vasta comunidad a la que hermanaban la historia, la geografía, la problemática social y política, una cierta manera de ser y la sabrosa lengua en que hablaba y escribía. Y que en esos mismos años producía una literatura novedosa y pujante. Allí leí a Borges, a Octavio Paz, Cortázar, García Márquez, Fuentes, Cabrera Infante, Rulfo, Onetti, Carpentier, Edwards, Donoso y muchos otros, cuyos escritos estaban revolucionando la narrativa en lengua española y gracias a los cuales Europa y buena parte del mundo descubrían que América Latina no era sólo el continente de los golpes de Estado, los caudillos de opereta, los guerrilleros barbudos y las maracas del mambo y el chachachá, sino también ideas, formas artísticas y fantasías literarias que trascendían lo pintoresco y hablaban un lenguaje universal.

De entonces a esta época, no sin tropiezos y resbalones, América Latina ha ido progresando, aunque, como decía el verso de César Vallejo, todavía Hay, hermanos, muchísimo que hacer. Padecemos menos dictaduras que antaño, sólo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudodemocracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua. Pero en el resto del continente, mal que mal, la democracia está funcionando, apoyada en amplios consensos populares, y, por primera vez en nuestra historia, tenemos una izquierda y una derecha que, como en Brasil, Chile, Uruguay, Perú, Colombia, República Dominicana, México y casi todo Centroamérica, respetan la legalidad, la libertad de crítica, las elecciones y la renovación en el poder. Ése es el buen camino y, si persevera en él, combate la insidiosa corrupción y sigue integrándose al mundo, América Latina dejará por fin de ser el continente del futuro y pasará a serlo del presente.

Nunca me he sentido un extranjero en Europa, ni, en verdad, en ninguna parte. En todos los lugares donde he vivido, en París, en Londres, en Barcelona, en Madrid, en Berlín, en Washington, Nueva York, Brasil o la República Dominicana, me sentí en mi casa. Siempre he hallado una querencia donde podía vivir en paz y trabajando, aprender cosas, alentar ilusiones, encontrar amigos, buenas lecturas y temas para escribir. No me parece que haberme convertido, sin proponérmelo, en un ciudadano del mundo, haya debilitado eso que llaman “las raíces”, mis vínculos con mi propio país –lo que tampoco tendría mucha importancia–, porque, si así fuera, las experiencias peruanas no seguirían alimentándome como escritor y no asomarían siempre en mis historias, aun cuando éstas parezcan ocurrir muy lejos del Perú. Creo que vivir tanto tiempo fuera del país donde nací ha fortalecido más bien aquellos vínculos, añadiéndoles una perspectiva más lúcida, y la nostalgia, que sabe diferenciar lo adjetivo y lo sustancial y mantiene reverberando los recuerdos. El amor al país en que uno nació no puede ser obligatorio, sino, al igual que cualquier otro amor, un movimiento espontáneo del corazón, como el que une a los amantes, a padres e hijos, a los amigos entre sí.

Al Perú yo lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, gocé, sufrí y soñé. Lo que en él ocurre me afecta más, me conmueve y exaspera más que lo que sucede en otras partes. No lo he buscado ni me lo he impuesto, simplemente es así. Algunos compatriotas me acusaron de traidor y estuve a punto de perder la ciudadanía cuando, durante la última dictadura, pedí a los gobiernos democráticos del mundo que penalizaran al régimen con sanciones diplomáticas y económicas, como lo he hecho siempre con todas las dictaduras, de cualquier índole, la de Pinochet, la de Fidel Castro, la de los talibanes en Afganistán, la de los imanes de Irán, la del apartheid de Africa del Sur, la de los sátrapas uniformados de Birmania (hoy Myanmar). Y lo volvería a hacer mañana si –el destino no lo quiera y los peruanos no lo permitan– el Perú fuera víctima una vez más de un golpe de estado que aniquilara nuestra frágil democracia. Aquella no fue la acción precipitada y pasional de un resentido, como escribieron algunos polígrafos acostumbrados a juzgar a los demás desde su propia pequeñez. Fue un acto coherente con mi convicción de que una dictadura representa el mal absoluto para un país, una fuente de brutalidad y corrupción y de heridas profundas que tardan mucho en cerrar, envenenan su futuro y crean hábitos y prácticas malsanas que se prolongan a lo largo de las generaciones demorando la reconstrucción democrática. Por eso, las dictaduras deben ser combatidas sin contemplaciones, por todos los medios a nuestro alcance, incluidas las sanciones económicas. Es lamentable que los gobiernos democráticos, en vez de dar el ejemplo, solidarizándose con quienes, como las Damas de Blanco en Cuba, los resistentes venezolanos, o Aung San Suu Kyi y Liu Xiaobo, que se enfrentan con temeridad a las dictaduras que sufren, se muestren a menudo complacientes no con ellos sino con sus verdugos. Aquellos valientes, luchando por su libertad, también luchan por la nuestra.

Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú el país de “todas las sangres”. No creo que haya fórmula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mí me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas de Nazca y Paracas y los ceramios mochicas o incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores de Machu Picchu, el Gran Chimú, Chan Chan, Kuelap, Sipán, las huacas de La Bruja y del Sol y de la Luna, y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo-cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y de que con España llegara también el África con su reciedumbre, su música y su efervescente imaginación a enriquecer la heterogeneidad peruana. Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como el Aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas!
La conquista de América fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desde luego, y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron, no los que se quedaron en su tierra. Aquellas críticas, para ser justas, deben ser una autocrítica. Porque, al independizarnos de España, hace doscientos años, quienes asumieron el poder en las antiguas colonias, en vez de redimir al indio y hacerle justicia por los antiguos agravios, siguieron explotándolo con tanta codicia y ferocidad como los conquistadores, y, en algunos países, diezmándolo y exterminándolo. Digámoslo con toda claridad: desde hace dos siglos la emancipación de los indígenas es una responsabilidad exclusivamente nuestra y la hemos incumplido. Ella sigue siendo una asignatura pendiente en toda América Latina. No hay una sola excepción a este oprobio y vergüenza.

Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo. Si no hubiera sido por España jamás hubiera llegado a esta tribuna, ni a ser un escritor conocido, y tal vez, como tantos colegas desafortunados, andaría en el limbo de los escribidores sin suerte, sin editores, ni premios, ni lectores, cuyo talento acaso –triste consuelo– descubriría algún día la posteridad. En España se publicaron todos mis libros, recibí reconocimientos exagerados, amigos como Carlos Barral y Carmen Balcells y tantos otros se desvivieron porque mis historias tuvieran lectores. Y España me concedió una segunda nacionalidad cuando podía perder la mía. Jamás he sentido la menor incompatibilidad entre ser peruano y tener un pasaporte español porque siempre he sentido que España y el Perú son el anverso y el reverso de una misma cosa, y no sólo en mi pequeña persona, también en realidades esenciales como la historia, la lengua y la cultura.

De todos los años que he vivido en suelo español, recuerdo con fulgor los cinco que pasé en la querida Barcelona a comienzos de los años setenta. La dictadura de Franco estaba todavía en pie y aún fusilaba, pero era ya un fósil en hilachas, y, sobre todo en el campo de la cultura, incapaz de mantener los controles de antaño. Se abrían rendijas y resquicios que la censura no alcanzaba a parchar y por ellas la sociedad española absorbía nuevas ideas, libros, corrientes de pensamiento y valores y formas artísticas hasta entonces prohibidos por subversivos. Ninguna ciudad aprovechó tanto y mejor que Barcelona este comienzo de apertura ni vivió una efervescencia semejante en todos los campos de las ideas y la creación. Se convirtió en la capital cultural de España, el lugar donde había que estar para respirar el anticipo de la libertad que se vendría. Y, en cierto modo, fue también la capital cultural de América Latina por la cantidad de pintores, escritores, editores y artistas procedentes de los países latinoamericanos que allí se instalaron, o iban y venían a Barcelona, porque era donde había que estar si uno quería ser un poeta, novelista, pintor o compositor de nuestro tiempo. Para mí, aquellos fueron unos años inolvidables de compañerismo, amistad, conspiraciones y fecundo trabajo intelectual. Igual que antes París, Barcelona fue una Torre de Babel, una ciudad cosmopolita y universal, donde era estimulante vivir y trabajar, y donde, por primera vez desde los tiempos de la guerra civil, escritores españoles y latinoamericanos se mezclaron y fraternizaron, reconociéndose dueños de una misma tradición y aliados en una empresa común y una certeza: que el final de la dictadura era inminente y que en la España democrática la cultura sería la protagonista principal.

Aunque no ocurrió así exactamente, la transición española de la dictadura a la democracia ha sido una de las mejores historias de los tiempos modernos, un ejemplo de como, cuando la sensatez y la racionalidad prevalecen y los adversarios políticos aparcan el sectarismo en favor del bien común, pueden ocurrir hechos tan prodigiosos como los de las novelas del realismo mágico. La transición española del autoritarismo a la libertad, del subdesarrollo a la prosperidad, de una sociedad de contrastes económicos y desigualdades tercermundistas a un país de clases medias, su integración a Europa y su adopción en pocos años de una cultura democrática, ha admirado al mundo entero y disparado la modernización de España. Ha sido para mí una experiencia emocionante y aleccionadora vivirla de muy cerca y a ratos desde dentro. Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz.

Detesto toda forma de nacionalismo, ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales.
No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver.

El Perú es para mí una Arequipa donde nací pero nunca viví, una ciudad que mi madre, mis abuelos y mis tíos me enseñaron a conocer a través de sus recuerdos y añoranzas, porque toda mi tribu familiar, como suelen hacer los arequipeños, se llevó siempre a la Ciudad Blanca con ella en su andariega existencia. Es la Piura del desierto, el algarrobo y el sufrido burrito, al que los piuranos de mi juventud llamaban “el pie ajeno” –lindo y triste apelativo–, donde descubrí que no eran las cigüeñas las que traían los bebes al mundo sino que los fabricaban las parejas haciendo unas barbaridades que eran pecado mortal. Es el Colegio San Miguel y el Teatro Variedades donde por primera vez vi subir al escenario una obrita escrita por mí. Es la esquina de Diego Ferré y Colón, en el Miraflores limeño –la llamábamos el Barrio Alegre–, donde cambié el pantalón corto por el largo, fumé mi primer cigarrillo, aprendí a bailar, a enamorar y a declararme a las chicas. Es la polvorienta y temblorosa redacción del diario La Crónica donde, a mis dieciséis años, velé mis primeras armas de periodista, oficio que, con la literatura, ha ocupado casi toda mi vida y me ha hecho, como los libros, vivir más, conocer mejor el mundo y frecuentar a gente de todas partes y de todos los registros, gente excelente, buena, mala y execrable. Es el Colegio Militar Leoncio Prado, donde aprendí que el Perú no era el pequeño reducto de clase media en el que yo había vivido hasta entonces confinado y protegido, sino un país grande, antiguo, enconado, desigual y sacudido por toda clase de tormentas sociales. Son las células clandestinas de Cahuide en las que con un puñado de sanmarquinos preparábamos la revolución mundial. Y el Perú son mis amigos y amigas del Movimiento Libertad con los que por tres años, entre las bombas, apagones y asesinatos del terrorismo, trabajamos en defensa de la democracia y la cultura de la libertad.

El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: “Mario, para lo único que tú sirves es para escribir”.
Volvamos a la literatura. El paraíso de la infancia no es para mí un mito literario sino una realidad que viví y gocé en la gran casa familiar de tres patios, en Cochabamba, donde con mis primas y compañeros de colegio podíamos reproducir las historias de Tarzán y de Salgari, y en la Prefectura de Piura, en cuyos entretechos anidaban los murciélagos, sombras silentes que llenaban de misterio las noches estrelladas de esa tierra caliente. En esos años, escribir fue jugar un juego que me celebraba la familia, una gracia que me merecía aplausos, a mí, el nieto, el sobrino, el hijo sin papá, porque mi padre había muerto y estaba en el cielo. Era un señor alto y buen mozo, de uniforme de marino, cuya foto engalanaba mi velador y a la que yo rezaba y besaba antes de dormir. Una mañana piurana, de la que todavía no creo haberme recobrado, mi madre me reveló que aquel caballero, en verdad, estaba vivo. Y que ese mismo día nos iríamos a vivir con él, a Lima. Yo tenía once años y, desde entonces, todo cambió.

Perdí la inocencia y descubrí la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo. Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz. Y fue escribir, a escondidas, como quien se entrega a un vicio inconfensable, a una pasión prohibida. La literatura dejó de ser un juego. Se volvió una manera de resistir la adversidad, de protestar, de rebelarme, de escapar a lo intolerable, mi razón de vivir. Desde entonces y hasta ahora, en todas las circunstancias en que me he sentido abatido o golpeado, a orillas de la desesperación, entregarme en cuerpo y alma a mi trabajo de fabulador ha sido la luz que señala la salida del túnel, la tabla de salvación que lleva al náufrago a la playa.

Aunque me cuesta mucho trabajo y me hace sudar la gota gorda, y, como todo escritor, siento a veces la amenaza de la parálisis, de la sequía de la imaginación, nada me ha hecho gozar en la vida tanto como pasarme los meses y los años construyendo una historia, desde su incierto despuntar, esa imagen que la memoria almacenó de alguna experiencia vivida, que se volvió un desasosiego, un entusiasmo, un fantaseo que germinó luego en un proyecto y en la decisión de intentar convertir esa niebla agitada de fantasmas en una historia. “Escribir es una manera de vivir”, dijo Flaubert. Sí, muy cierto, una manera de vivir con ilusión y alegría y un fuego chisporroteante en la cabeza, peleando con las palabras díscolas hasta amaestrarlas, explorando el ancho mundo como un cazador en pos de presas codiciables para alimentar la ficción en ciernes y aplacar ese apetito voraz de toda historia que al crecer quisiera tragarse todas las historias. Llegar a sentir el vértigo al que nos conduce una novela en gestación, cuando toma forma y parece empezar a vivir por cuenta propia, con personajes que se mueven, actúan, piensan, sienten y exigen respeto y consideración, a los que ya no es posible imponer arbitrariamente una conducta, ni privarlos de su libre albedrío sin matarlos, sin que la historia pierda poder de persuasión, es una experiencia que me sigue hechizando como la primera vez, tan plena y vertiginosa como hacer el amor con la mujer amada días, semanas y meses, sin cesar.

Al hablar de la ficción, he hablado mucho de la novela y poco del teatro, otra de sus formas excelsas. Una gran injusticia, desde luego. El teatro fue mi primer amor, desde que, adolescente, vi en el Teatro Segura, de Lima, La muerte de un viajante, de Arthur Miller, espectáculo que me dejó traspasado de emoción y me precipitó a escribir un drama con incas. Si en la Lima de los cincuenta hubiera habido un movimiento teatral habría sido dramaturgo antes que novelista. No lo había y eso debió orientarme cada vez más hacia la narrativa. Pero mi amor por el teatro nunca cesó, dormitó acurrucado a la sombra de las novelas, como una tentación y una nostalgia, sobre todo cuando veía alguna pieza subyugante. A fines de los setenta, el recuerdo pertinaz de una tía abuela centenaria, la Mamaé, que, en los últimos años de su vida, cortó con la realidad circundante para refugiarse en los recuerdos y la ficción, me sugirió una historia. Y sentí, de manera fatídica, que aquella era una historia para el teatro, que sólo sobre un escenario cobraría la animación y el esplendor de las ficciones logradas.

La escribí con el temblor excitado del principiante y gocé tanto viéndola en escena, con Norma Aleandro en el papel de la heroína, que, desde entonces, entre novela y novela, ensayo y ensayo, he reincidido varias veces. Eso sí, nunca imaginé que, a mis setenta años, me subiría (debería decir mejor me arrastraría) a un escenario a actuar. Esa temeraria aventura me hizo vivir por primera vez en carne y hueso el milagro que es, para alguien que se ha pasado la vida escribiendo ficciones, encarnar por unas horas a un personaje de la fantasía, vivir la ficción delante de un público. Nunca podré agradecer bastante a mis queridos amigos, el director Joan Ollé y la actriz Aitana Sánchez Gijón, haberme animado a compartir con ellos esa fantástica experiencia (pese al pánico que la acompañó).

La literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera y gracias a ella desciframos, al menos parcialmente, el jeroglífico que suele ser la existencia para la gran mayoría de los seres humanos, principalmente aquellos que alentamos más dudas que certezas, y confesamos nuestra perplejidad ante temas como la trascendencia, el destino individual y colectivo, el alma, el sentido o el sinsentido de la historia, el más acá y el más allá del conocimiento racional.

Siempre me ha fascinado imaginar aquella incierta circunstancia en que nuestros antepasados, apenas diferentes todavía del animal, recién nacido el lenguaje que les permitía comunicarse, empezaron, en las cavernas, en torno a las hogueras, en noches hirvientes de amenazas –rayos, truenos, gruñidos de las fieras–, a inventar historias y a contárselas. Aquel fue el momento crucial de nuestro destino, porque, en esas rondas de seres primitivos suspensos por la voz y la fantasía del contador, comenzó la civilización, el largo transcurrir que poco a poco nos humanizaría y nos llevaría a inventar al individuo soberano y a desgajarlo de la tribu, la ciencia, las artes, el derecho, la libertad, a escrutar las entrañas de la naturaleza, del cuerpo humano, del espacio y a viajar a las estrellas. Aquellos cuentos, fábulas, mitos, leyendas, que resonaron por primera vez como una música nueva ante auditorios intimidados por los misterios y peligros de un mundo donde todo era desconocido y peligroso, debieron ser un baño refrescante, un remanso para esos espíritus siempre en el quién vive, para los que existir quería decir apenas comer, guarecerse de los elementos, matar y fornicar.

Desde que empezaron a soñar en colectividad, a compartir los sueños, incitados por los contadores de cuentos, dejaron de estar atados a la noria de la supervivencia, un remolino de quehaceres embrutecedores, y su vida se volvió sueño, goce, fantasía y un designio revolucionario: romper aquel confinamiento y cambiar y mejorar, una lucha para aplacar aquellos deseos y ambiciones que en ellos azuzaban las vidas figuradas, y la curiosidad por despejar las incógnitas de que estaba constelado su entorno.

Ese proceso nunca interrumpido se enriqueció cuando nació la escritura y las historias, además de escucharse, pudieron leerse y alcanzaron la permanencia que les confiere la literatura. Por eso, hay que repetirlo sin tregua hasta convencer de ello a las nuevas generaciones: la ficción es más que un entretenimiento, más que un ejercicio intelectual que aguza la sensibilidad y despierta el espíritu crítico. Es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano. Para que no retrocedamos a la barbarie de la incomunicación y la vida no se reduzca al pragmatismo de los especialistas que ven las cosas en profundidad pero ignoran lo que las rodea, precede y continúa. Para que no pasemos de servirnos de las máquinas que inventamos a ser sus sirvientes y esclavos. Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños.

De la caverna al rascacielos, del garrote a las armas de destrucción masiva, de la vida tautológica de la tribu a la era de la globalización, las ficciones de la literatura han multiplicado las experiencias humanas, impidiendo que hombres y mujeres sucumbamos al letargo, al ensimismamiento, a la resignación. Nada ha sembrado tanto la inquietud, removido tanto la imaginación y los deseos, como esa vida de mentiras que añadimos a la que tenemos gracias a la literatura para protagonizar las grandes aventuras, las grandes pasiones, que la vida verdadera nunca nos dará. Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad. Hechicería que, al ilusionarnos con tener lo que no tenemos, ser lo que no somos, acceder a esa imposible existencia donde, como dioses paganos, nos sentimos terrenales y eternos a la vez, la literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas. A disminuir la violencia, no a acabar con ella. Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible.

Estocolmo, 7 de diciembre de 2010.

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sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Sabes lo que es un FOLORO?

Me había hecho el propósito de mantenerme al margen de las cochinas invectivas que los foloros (suerte de engendro del bestiario neo-mitológico venezolano, mezcla de foca con loro con las principales funciones de aplaudir y repetir todo lo que emane del politburó) le dedican últimamente a la Iglesia, acusándola de negligente, de hacerse la desentendida con los damnificados por las lluvias, como si la gente que sufre no fuera en estos momentos nuestro fundamental interés. Son personas estos foloros, que ignoran ex profeso cómo las instituciones de la Iglesia, Universidades Católicas, Cáritas, Fe y Alegría, Avec entre otras han recolectado, clasificado y entregado muchas decenas de toneladas de alimentos, ropa y agua potable, que acompañan a los damnificados brindando ayuda psicológica para superar la agria situación de haberlo perdido todo, que sin politiquería barata y sin esa perentoria necesidad que sufren los foloros de hacerse notar como si fueran los únicos que hacen algo, caminan junto al pueblo que sufre los embates de la naturaleza sin buscar centímetro alguno en la prensa nacional. Y paralelamente a esas instituciones y organismos a nivel nacional de la Iglesia que he mencionado antes, estamos también los sacerdotes (muchos con el agua a la cintura) y laicos comprometidos en nuestras parroquias moviendo la generosidad de nuestra gente, surtiendo los refugios, tratando que esta Navidad que viene no sea tan triste para los cientos de miles de damnificados.

Jesucristo nos dice: “que tu mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda, así tu caridad quedará en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te lo recompensará”, y ese es el estímulo de la Santa Madre Iglesia… pero tanto ataque, tanto insulto, tanta acusación falsa, tanta infamia ya cansa. No queremos ni estamos interesados en competir en popularidad con el gobierno; si quieren llevarse todos los lauros háganlo sin mas, total, tienen bastantes focas que aplauden a rabiar aunque no entiendan muy bien porqué están aplaudiendo, pero no destruyan los esfuerzos de los que no pertenecemos al gobierno ni al PSUV ni queremos serlo porque no es parte de nuestra competencia, pero damos lo que podemos por llevar alivio al sufrimiento del que hoy tiende la mano solicitando ayuda. Ese es un deber de todo venezolano, no solo del gobierno, pero si los mismos políticos chavistas se empeñan en desmerecer, desacreditar los esfuerzos que el resto de los venezolanos hacemos por nuestra propia gente que sufre, ya eso dice mucho de la verdadera preocupación que tienen por los damnificados. No es el momento de continuar con la rivalidad, es el momento de “enterrar el hacha” y mancomunar esfuerzos para paliar esta terrible contingencia que nos afecta a todos.

No tenemos aviones, helicópteros, Hummers, las cámaras de VTV no están detrás de nosotros cubriendo el mas mínimo detalle, no tenemos la facultad de hacer una “cadena” en radio y TV ni la de expropiar terrenos, edificios y hoteles, pero la gente sabe, conoce, aprecia y especialmente valora positivamente lo que la Iglesia hace a favor de los necesitados. Si eso no le gusta al gobierno, mala suerte, porque nuestro objetivo no es agradar al gobierno sino atender las necesidades del que sufre, sin preguntar si es católico, evangélico, mormón o ateo.

“Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa, Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” Mateo 6, 2-4



jueves, 2 de diciembre de 2010

Ayuda a los damnificados con tu linea Movistar


Si tienes línea MOVISTAR en Venezuela, envía un mensaje de texto al 414327 con la palabra UNIDOS y estarás colaborando con 2bs.F para los damnificados de las lluvias





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Ernesto García McGregor "Mas pudo el interés" (Cubillas, Ayala y Makled)


El terrorista Arturo Cubillas, considerado por el gobierno de España como el embajador de la ETA en Venezuela, no fue deportado porque la Fiscalía alegó que habiéndose nacionalizado venezolano, la Carta Magna lo protegía de la expatriación.

En cambio la guerrillera Priscila Ayala, perteneciente al ELN colombiano, una de las 20 delincuentes más buscadas en el departamento de Arauca, fue deportada la semana pasada al vecino país. Priscila se había nacionalizado en 2005, estaba inscrita en el Registro Electoral y por supuesto, desde entonces votaba por el innombrable. En el 2006 recibió del gobierno de Yaracuy (chavista) un título supletorio sobre unas bienhechurías y actualmente ocupaba nada menos que la presidencia de la empresa Industria Minera El Éxito, que cuenta con la bicoca de un capital de 400 millones de bolívares fuertes.

En otras palabras, esta guerrillera obviamente no actuaba en la clandestinidad y andaba como Juana por su casa con la conchupancia de los rojo rojitos, como lo hace el resto de los insurrectos colombianos y como lo hizo Walid Makled, el tercer narcotraficante más importante del mundo, a quien el régimen le facilitó cinco patios de almacenamiento en Puerto Cabello, el negocio de la urea y la línea Aeropostal.

Pero Makled supo enlodar convenientemente a todos los chavistas y es personaje clave para entender cómo el Gobierno maneja el tráfico de la cocaína. Una vez atrapado por Colombia, el innombrable chantajeó al vecino país. Me entregas el soplón para que no cante y yo te pago la deuda y hasta te entrego guerrilleros así sean nacionalizados venezolanos. En el caso de Priscila no importó Fiscalía, Constitución o respaldo revolucionario. Simplemente, más pudo el interés que el amor que le tenía. Que oiga quien tiene oídos...

Tomado del diario "La Verdad" del Zulia

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martes, 30 de noviembre de 2010

De lo que están hechos los verdaderos líderes (+complemento)


1.- Cuando se anunció al mundo que 33 mineros estaban atrapados bajo tierra pero vivos, y comenzó la denodada lucha contra el tiempo para sacarlos, la primera aparición del presidente de Chile Sr. Sebastián Piñera por los medios de comunicación y en el lugar de los acontecimientos, lugar agreste, inhóspito y duro como lo puede ser un campamento minero, la hizo elegantemente trajeado, chaqueta y corbata que desentonaban con la ocasión que se estaba viviendo. Muchos se preguntaron si esa era la manera de presentarse públicamente en un lugar de desastre, hasta que supimos que la noticia se la habían comunicado cuando participaba en la toma de posesión del presidente Santos en Bogotá, y ni corto ni perezoso se excusó con Santos, dejó botado el acto protocolar, tomó el primer vuelo que lo regresó a Chile y sin detenerse en ningún otro lado se hizo presente en el yacimiento “San José” para apoyar los enormes trabajos de rescate. El Sr. Presidente de Chile dejó en evidencia su gran preocupación y el amor por su tierra y su gente desde el principio, con ese gesto que ennoblece su investidura presidencial.

Inician las feroces lluvias en todo el territorio de Venezuela, se comienzan a conocer los estragos que deslizamientos, derrumbes, inundaciones, ríos desbordados causan a todo lo largo y ancho del territorio, especialmente e inicialmente en la Goajira, Falcón, Zulia, Caracas, La Guaira. Mientras esto ocurre el presidente chavez sale de Venezuela porque tiene una cita en Georgetown, Guyana con los miembros de UNASUR, claro, hay que despedir a Lula que ya no volverá como presidente y hay que nombrar el sustituto de Kirchner que simplemente no volverá. Terminada la reunión, toma un vuelo…a Paramaribo para hacerle una visita al presidente de Guyana y tal como sucedía y sucede en nuestro país, inundarlo pero esta vez de convenios binacionales, cooperación y ayuda mutua cuando la cooperación y la ayuda se necesitan aquí, de puertas adentro.

Hoy, 1º de diciembre chavez después de confirmar su presencia, vuelve a dejar Venezuela (con 30 muertos en el país y 32.000 damnificados solo en el estado Falcón) y ya debe estar en CANCUN participando en la COP-16, reunión a la que no necesita ir porque los asistentes son de rango ministerial, y que tratará del "cambio climático"



Piñera y chavez… chavez y Piñera… es difícil decidir quién lo hizo mejor ¿verdad?

2.- Los “líderes” del proceso revolucionario del siglo XXI utilizaron la cátedra mediática del canal de estado y órgano político del PSUV, a VTV para acusar a la oposición de sensacionalismo, amarillismo y terrorismo por “magnificar” las noticias de los “presuntos” estragos que la lluvia estaba causando en el país, acusaciones de “politizar” las lluvias iban y venían, hasta que no les quedó mas remedio que reconocer la gravedad del asunto (que claro que sabían y perfectamente bien) y que habían querido “minimizar mediaticamente ” hasta que la Defensa Civil comenzó a colorear la nación con las diferentes alertas que se siguen en estos casos de desastre nacional. Y mientras los “líderes del proceso” acopiaban centimetraje frente a las cámaras, la sociedad civil organizaba centros de acopio para ropa y alimentos con destino a los damnificados. A VTV no le quedó mas remedio que reconocer, tímidamente al principio, la gravedad de los acontecimientos que ya todos sabíamos…

3.- No se si serán trapos rojos pero ya comienzan las presiones contra los diputados electos. Al comisario Mazuco lo sacan intempestivamente de su casa de Maracaibo y lo trasladan a Caracas para seguirle juicio no sin antes dejar sin efecto la asesoría jurídica del diputado y nombrarle un defensor de oficio. A Vestalia Sampedro, electa en Carabobo, ya se oye que quieren arrebatarle la diputación mediante alguna argucia “legal”, al igual que a Hernán Alemán, lo cierto es que frente al estado de emergencia nacional no creo que haya un trapo rojo que valga en estos momentos, y sería una inconciencia de la oposición y la MUD caer en el juego que el Ejecutivo quiere que jueguen. Lo primero es lo primero.

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cuanto dice una simple caricatura...





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viernes, 26 de noviembre de 2010

Movistar contra el robo de blackberry


Tener un blackberry en Venezuela ha pasado de ser un símbolo de status a convertirse en la muy probable maldición de ser asaltado (en el mejor de los casos) o asesinado (en el común de los casos). Un teléfono celular pensado para hacer mas expeditas las relaciones empresariales entre ejecutivos que pudiera resumir en una pantalla los e-mails, archivos adjuntos, pins, fotografías, en suma, una relación directa, efectiva y en tiempo real entre ejecutivos, empresarios y gerentes que mejorara la efectividad de las compañías se ha convertido en el sueño de cuanto niño cumpla 12 años, de quinceañeras enamoradas y por supuesto, de criminales que no solamente quieran organizarse mejor para cometer sus fechorías sino que construyan un imperio de reventa de artículos robados.

Un teléfono de 2000 ó 3000 Bs.F, con una renta básica que oscila entre los 60, 120 o mas Bs.F mensuales en manos de niños y jovencitos que solo lo tienen para ser “cool”, que usan para enviarse pins y continuar por separado las insulsas conversaciones que mantienen juntos es no solamente un exabrupto monetario en esta precaria situación económica que vivimos sino un filón de oro para los facinerosos que ven en esos niños y jovencitos los blancos perfectos para el robo salvaje, la fácil agresión, las lesiones y a veces quitar la vida con tal de apoderarse del telefonito de marras.

Por eso, cualquier iniciativa que ayude a frenar el auge del robo, el delito, será siempre bien recibida, y aunque uno se pregunte “¿porqué no lo habían hecho antes?”, lo importante es el “de ahora en adelante”.

El presidente de Movistar, sr. Juan Abellán, ha anunciado el bloqueo de los teléfonos reportados como robados, y en solo dos días TRECE MIL APARATOS HAN SIDO AFECTADOS POR LA MEDIDA…Y SOLO ESTÁN EMPEZANDO!!!

Los números asustan… sacando una somera cuenta y asignándole a cada aparatico un precio promedio de 2000 Bs.F hace un no despreciable resultado de veintiséis millones robados solo para esta primera entrega de bloqueos. Uno se pregunta entonces, si eso es ahora, empezando, y solo con una operadora (Movistar)… ¿cuántos blackberry robados están ahora en circulación? ¿se sumarán Movilnet y Digitel a la campaña? ¿logrará esta medida que los ladrones consideren inútil robar específicamente teléfonos inteligentes y que por ende baje el número de atracos? Dios quiera que sí! Recuerdo que hace un par de semanas unos atracadores ingresaron a una escuela en Maracaibo, encañonaron a los niños dentro del aula, pidieron específicamente los blackberry y cargaron con mas de 30. Me imagino que ya los padres habrán salido corriendo a comprarles aparaticos nuevos a sus retoños aún a sabiendas del gran riesgo que corren, pero bueno, “sarna con gusto no pica…y si pica, no mortifica”. El primero les salió barato, solo 2500, pero la nueva cuenta que tienen que sacar es que otro blackberry no les va a costar lo mismo sino que hay que sumarle entre 7000 y 10000 Bs.F que es lo que oscila un servicio funerario…y es que hasta el logo de BLACKBERRY parecen 7 balas que persiguieran al teléfono!!!

Ahora la contundencia tiene que ser contra los especialistas en desbloquear teléfonos, pins e IMEI, y no estaría demás que la(s) operadora(s) diera(n) también una mirada al interno de la propia empresa. Hasta hace poco y con solemne desparpajo los “especialistas” se anunciaban en MercadoLibre pero cualquiera que camine por cualquier calle habrá visto el letrerito “se desbloquean celulares, pins, imei”.

Saludo la iniciativa del Sr. Abellan y ciertamente deseo que el resto de las operadoras se sumen a esta campaña de profilaxis contra la adquisición de objetos provenientes del delito.

Si eres una de las infortunadas personas que ha sido víctima del robo del blackberry con línea Movistar, la empresa pone a la disposición la siguiente dirección para BLOQUEAR el celular (haga click aquí)



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domingo, 21 de noviembre de 2010

¿Quieren que les cuente el cuento del Gallo Pelón?


1999

Julio: Chávez declara que lo quieren matar en Puerto Ordaz (fuente Tal Cual contiene otras referencias más abajo)
Diciembre: Castro advierte a Chávez de plan de magnicidio en contra del militar de Barinas.

2000

Agosto: Se anuncia un complot de militares para asesinar a Chávez.

2001

Junio: Chávez anuncia planes para tratar de asesinarlo en celebraciones de la independencia.

2002

Octubre: Chávez anuncia intento de magnicidio en su contra.

2003

Julio: Chávez anuncia que lo tratan de matar en Los Próceres, Caracas.
Julio: Chávez denuncia que preparan su asesinato en Santo Domingo.
Noviembre: Supuesto caso de magnicidio se "descubre" en Puerto La Cruz, pero los "implicados" son puestos en libertad por falta de pruebas.

2004

Mayo: Chávez anuncia que colombianos de extrema derecha quieren matarlo. Mucha más información sobre todo el asunto puede ser leída aquí.

2005

Febrero: Chávez responsabiliza a EU por cualquier atentado en su contra.
Junio: Chávez dice que prepara respuesta a intento de magnicidio.

2006

Octubre: Chávez anuncia que unos meses antes se salvó de un atentado en el Zulia y que Bush tiene un plan para matarlo.

2007

Noviembre: Chávez acusa a CNN de incitar a su asesinato.
Diciembre: Chávez teme por su vida si va a Guatemala.

2008


Septiembre: Chávez teme por su vida en Venezuela.
Octubre: Chávez teme por su vida en El Salvador (cumbre Iberoamericana).

2009

Mayo: Chávez teme por su vida en El Salvador (de nuevo).
Junio: Chávez anuncia que desde Tachira preparan grupos paramilitares para matarlo.
Julio: Diputado oficialista Isea anuncia que se abre nueva investigación de intento de magnicidio en Zulia, Táchira y Mérida. Dice que "la comisión trabaja sin prisa pero sin pausa".
Agosto: El presidente vuelve a anunciar que la oposición tiene un nuevo plan para asesinarlo.


Aquí un artículo de la BBC del 2008 sobre los magnicidios.
Aquí hay un artículo en inglés sobre otros intentos.
Actualización:
Por lo visto me faltaba un artículo deTal Cual que pueden ver aquí donde aparecen más intentos de asesinato de Chávez.

2010
Enero: Diputado Mario Isea dice que hay nuevos planes de magnicidio.
Noviembre: Hugo Chávez declara que la oposición tiene 100 millones de dólares para matarlo.

Fuente: Blog Desarrollo sostenible para Venezuela



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viernes, 19 de noviembre de 2010

Jean Valjean también es rojo rojito...


Aún la gente decente de este país no pierde la esperanza de ver resuelto el caso PUDREVAL. Con la enorme cantidad de containers de alimentos en mal estado se movieron tantos millones de bolívares/dólares que nadie en su sano juicio puede pensar que un par de chinitos de Recadi fueran las mentes maestras de todo ese tinglado de conspiraciones y engaños, y sin embargo nuestra actual Asamblea Nacional se niega a discutir en profundidad, en abrir una investigación (¿será que saben quienes son los reales involucrados?) para establecer las verdaderas culpabilidades y que los que le causaron un enorme daño patrimonial a la Nación sean también juzgados por el crimen de lesa patria de agravar la situación de necesidad del pueblo venezolano. Solamente por “olvidarse” de los containers en los diferentes puertos y dejarlos allí muriendo de mengua habrán tenido que pagar una grosera cantidad de dólares por concepto de “estacionamiento”, sin contar el dinero que se perdió en compras que nunca llegaron a su destino (la mesa de los venezolanos). Pero creo que el gobierno está apostando a la mala memoria y a la saturación noticiosa del pueblo que muy fácil y rápidamente pasa la página cuando se enciende otro pote de humo.

La muerte de Danilo Anderson, fiscal asesinado hace 6 años con una bomba en su vehículo, vuelve hoy al tapete de la opinión pública cuando se vuelven a señalar los mismos que siempre han sido señalados pero que nunca han sido investigados, y la apreciación del público es que los verdaderos autores intelectuales y materiales están libres y caminando por las calles mientras el caso se ha convertido en un “cangrejo” (¿a propósito?) al que no se le ve una pronta aclaratoria.

El caso Makled, que involucra en el contrabando de drogas y corrupción a militares de altísima gradación junto a miembros del poder Judicial y familiares de connotados políticos se ha diluido con el peloteo ese de que “si pa’ca o pa’lla”, Estados Unidos o Venezuela, DEA o CICPC y no me extrañaría que surgiera un “trapo rojo” que engañara al toro mientras embiste.

Pero, ¿será que los cuerpos policiales no van a detener nunca a los ladrones corruptos? ¿el peso de las rejas nunca caerá sobre “los malos de la película”? No, claro que no! Vuelve la esperanza de ver castigados a los malos, a los ladrones, a los corruptos que atentan contra la Nación. Hace un par de días se anunció con bombos y platillos que el CICPC había asestado un duro golpe a la delincuencia organizada y detuvieron a seis personas que cometieron el horrendo crimen de sacar dinero de la caja registradora de UNA AREPERA SOCIALISTA…!!! Me imagino que la facturación diaria de esa AREPERA SOCIALISTA eran millones de millones como para que 6 personas se enriquecieran a costillas del escamoteo consuetudinario. A ellos sí les caerá todo el peso de la ley, el brazo largo de la justicia cerrará con llave la galera y quedarán presos los criminales que según el comisario Flores han participado “en este hecho delictivo en contra la nación”.

Al mejor estilo de Victor Hugo, solo los miserables (rojo rojitos) como Jean Valjean son condenados y encarcelados mientras que los Arsenio Lupin seguirán haciendo maromas y brincando de techo en techo para no ser aprehendidos.

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viernes, 12 de noviembre de 2010

El Nacional (Editorial) "EL NARCOTRÁFICO (de los rojo rojitos)" 12/11/2010


Las denuncias sobre el narcotráfico en Venezuela están poniendo muy nervioso al Gobierno porque ya no sólo se refieren a las decenas de toneladas de cocaína que pasan por aquí vía Europa o el Caribe, sino que identifican una vasta red de complicidades en los ámbitos civiles y militares rojo rojitos que le paran los pelos al más pintado. Se trata de denuncias que provienen de los cuerpos antidrogas de América y Europa, y también de acusaciones que lanzan los traficantes más famosos capturados en Colombia y México.

La prensa venezolana ha sido muy cuidadosa al tratar estas noticias porque es de tal magnitud lo que se denuncia que pareciera no compadecerse con la realidad. Pero, lamentablemente, al ser investigadas muchas de estas aseveraciones adquieren relevancia y certeza convirtiéndose en una expresión de dolor y rabia.

Ayer, el director de la Oficina Nacional Antidrogas, general Luis Reverol, anunció que había sido incautada la línea Aeropostal.

Según la ONA, la compañía aérea era propiedad del venezolano Walid Makled, preso en Colombia por narcotráfico y lavado de dinero, y a la espera de un pedido de extradición por parte de Venezuela y Estados Unidos.

Menuda sorpresa: mientras las autoridades rojo rojitas se desgañitaban anunciando una cruzada contra el narcotráfico, al mismo tiempo se le entregaba a Walid Makled la concesión para el manejo de Puerto Cabello. O alguien estaba ciego o existía una complicidad mayúscula para que esto ocurriera.

Pero no sólo eso: a Walid Makled se le dio la concesión para la distribución nacional de la urea, un componente específico para la agricultura, pero precursor del refinamiento de cocaína. Si esto constituye un delito ¿quiénes son los cómplices en el Gobierno y por qué no se les ha denunciado? Makled, según las agencias internacionales "ha implicado en acciones ilegales a diversas personalidades políticas venezolanas, entre ellas a un hermano del ministro del Interior, Tareck el Aissami. (...) También ha dicho que aportó por lo menos 2 millones de dólares en 2007 a la campaña del fallido referendo promovido por el presidente Hugo Chávez para aprobar la reelección continuada". Tampoco esto se ha investigado como si quienes son mencionados fueran ilustres desconocidos.

El general Reverol arremete contra los medios y afirma que el Gobierno está preocupado porque "los periodistas llaman a Makled empresario y presunto narcotraficante". Pues, general, lo primero es un hecho público y lo segundo depende ahora de un tribunal. Es como si a usted lo acusáramos de disponer en beneficio personal de los bienes incautados al narcotráfico sólo porque lo estarían investigando tanto la Contraloría como Interiores y Hacienda.

O que apresuradamente lo tildáramos de agente de la CIA por haber trabajado con el general Guillén Dávila cuando Estados Unidos pagaba el comando antidrogas de la Guardia Nacional.

Sería muy injusto con usted, general.

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viernes, 5 de noviembre de 2010

Laureano Márquez "El Magnate" 05/11/2010

Venezuela es un país en el que el magnatismo ha cobrado mucha fuerza. La formula según la cual este magnetismo opera puede resumirse en el siguiente silogismo categórico: Donde

R= riqueza,
P= pueblo y
E es... este...Bueno ya ustedes saben.

Dicho explicadito: Si la riqueza es del pueblo y E es el pueblo, entonces la riqueza es de E...¿Ehhh? Los magnates siempre actúan con excentricidad. Además de aviones, relojes costosos y ropa de marca, los magnates hacen cosas realmente insólitas, ese es uno de los rasgos más característicos del magnetismo: Aristóteles Onassis, por ejemplo tenía una isla para él solito: Skorpios. Tampoco me parece algo exagerado en un país como Grecia al que lo que le sobran son islas. Hay magnates más excéntricos que en vez de una isla se agarran un país completo. Otra característica de los megamillonarios es que hacen viajes a los lugares más exóticos. Lo digo por Dennis Tito, que le pago 20 millones de dólares a la NASA para viajar al espacio y ni cortos ni perezosos, los de la corporación espacial le abrieron un espacio dentro del transbordador.

La gente con billete cultiva cosas insólitas en lugares insólitos. Bárbara Streisand, por ejemplo, que cultiva en la azotea de su casa su propia variedad de rosas a la que bautizó con su nombre. Otros cultivan maíz en su oficina. Es común que los magnates alquilen las habitaciones más costosas de los hoteles en los que se alojan. Un jeque que acudió a una conferencia sobre la pobreza mundial, rentó un castillo que costaba una fortuna para él y su séquito mientras su país quedaba sequito y él hablaba y hablaba sobre el tema de la pobreza.

Sin embargo, uno de los rasgos más distintivos de un verdadero magnate es la manera como, con total desprendimiento, dona cantidades espectaculares de dinero para obras sociales, como hace Bill Gates. Hay un magnate petrolero que ha venido haciendo donaciones espectaculares recientemente: me refiero a la familia Rockefeller que ha realizado aportes increíbles a Greenpeace.

Claro está que no hay nada comparable con el magnetismo de aquel al que no le cuesta nada la fortuna que posee, me refiero concretamente a la señorita Paris Hilton, heredera del fundador de la cadena (Hilton). Que compró un terreno junto a la tumba de Marilyn para enterrar a su cabra, cosa que tampoco llama tanto la atención, pues muchos coinciden en que ella está como una cabra.

Bueno, el caso es que todas estas reflexiones sobre los magnates y sus excentricidades venían a cuento por algo, tenían una motivación, pero en el transcurso del escrito, de tanto divagar se me fue la idea...


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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Juan Pablo Guanipa y PJ estrellados contra un molino de viento


Hubiera preferido no leer el artículo de opinión publicado por el Diario La Verdad y firmado por Juan Pablo Guanipa (puede leerlo haciendo click aquí)

Si hasta ayer tenía en alto concepto la imagen de Guanipa, hoy esa imagen no solamente se resiente sino que se arrima peligrosamente al borde del pedestal, y no es porque el muchacho no valga, que yo aún creo que sí vale y vale mucho, sino por las verdaderas motivaciones que impulsaron a Primero Justicia a solicitar elecciones primarias en Maracaibo. Todo se reduce a la quijotesca empresa de enfrentarse a UNT, no porque hubiera una posibilidad real de triunfo sino por llevarle la contraria a un partido cuya candidata gozaba de la alianza y el favor de 46 agrupaciones políticas de la región mientras que ellos no resultaron favorecidos en la escogencia.

Desde los inicios ni Guanipa ni PJ aceptaron la candidatura de Eveling Trejo por considerarla una imposición del partido de gobierno regional (tengo que reconocer que así me pareció a mí al principio), y aún cuando no hubiera posibilidades reales de triunfo (a mí no me digan que Primero Justicia no manejaba encuestas ni conocía las encuestas de UNT) se embarcaron en la “aventura” de descargar contra molinos de viento para demostrar, no que Guanipa era una opción REAL de triunfo sino “que el verdadero camino es la participación”. Pero digo yo, ¿de que sirvió la participación si lo único que demostró fue que los resultados post electorales fueron igualitos a lo que se preveía y anunciaba antes de las primarias?

Yo hubiera entendido la petición de primarias en Maracaibo si la intención del electorado de oposición se hubiera polarizado de tal manera que la diferencia entre uno y otro candidato fuera un “empate técnico” con diferencia de 1 ó 2 puntos entre ambos, pero caramba! perder la candidatura por 70 a 30 y solo un 20% de participación me indica que todo fue un “gastar pólvora en zamuros”. La decisión de primarias obligó a ambas agrupaciones a gastar dinero en publicidad, en movilizaciones, marchas, logística, miembros electorales, etc, etc, que bien hubiera servido para reforzar la campaña del 5 de diciembre; se forzaron las maquinarias políticas, que ya venían del intenso trabajo de las elecciones de diputados a la Asamblea y que se preparan para la próxima, ¿y todo para qué? para demostrar que Primero Justicia es un partido tan orgulloso que no acepta la realidad sino que las cosas tienen que hacerse como ellos dicen que se tienen que hacer.

Dice Guanipa: “Sabíamos a lo que nos enfrentábamos (…) y sin embargo, estuvimos siempre dispuestos a participar y a dar una demostración de dignidad” pues dignamente perdieron, dignamente el electorado (sea la cantidad que sea) les dijo que se equivocaron, dignamente tuvieron que tragarse el orgullo y aceptar que el consenso también es una herramienta válida para decidir candidatos especialmente cuando todo indica “quien” tiene que ser el abanderado.

Todo se me asemejó al enfrentamiento entre David y Goliat, solo que el primer David venció a Goliat mientras que en el caso actual Goliat barrió el piso con el pobre David; en el primer caso David fue elegido por Dios para liberar a su pueblo, en el caso de hoy a David le pasó lo que le pasó por terco, porque nadie lo llamó a lanzarse en una aventura que ya estaba perdida de antemano porque el pueblo, representado por UNT y 46 agrupaciones políticas decidieron quien tenía que ser la candidata.

Si Primero Justicia en el Zulia quiere jugar el rol de “la piedra de tranca” contrariando la opinión de los demás partidos políticos está en todo su derecho, ya existen antecedentes con Julio Borges y la gobernación del estado Bolívar en el 2008, pero que después no se quejen de los resultados ni traten de desviar la verdadera culpa disfrazándola de “participación”.

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lunes, 1 de noviembre de 2010

Guanipa y Primero Justicia se fueron al foso...


Primero Justicia me hizo creer que Juan Pablo Guanipa tenía posibilidades REALES de acceder a la candidatura por la Alcaldía de Maracaibo. No voy a negar los méritos de Juan Pablo quien desde hace muchos años se ha dedicado a tomar contacto con las diferentes comunidades y a conocer de primera mano las necesidades y sufrimientos, las alegrías y esperanzas del marabino común, y no solamente desde un estudio de televisión, como pretendió identificarlo la canalla guerra sucia pre-electoral, sino compartiendo anhelos, capacidad y visión de futuro que le hacen competente para ejercer de burgomaestre marabino. Pero había que ser realistas!

No me vengan a decir ahora que Primero Justicia no manejó encuestas, o que las encuestas estuvieron tan mal hechas que arrojaron resultados diametralmente opuestos a la realidad que se evidenció ayer domingo 31 de octubre. Recuerdo que la víspera, desde el comando de campaña alentaban a los votantes vía SMS o PIN enviando mensajes como este: ATENCIÓN URGENTE según la última encuesta diaria de evolución electoral de Maracaibo (Tracking poll) Juan Pablo Guanipa va adelante por 5 PUNTOS en la intención de voto… El domingo, también vía SMS y PIN ofrecieron el supuesto 1º boletín de los exit polls totalizado a las 11:30 am Juan Pablo Guanipa 59.37% Eveling Trejo 40.63%

¿En cuál mágico momento una subió 30 puntos y el otro bajó otros tantos? Porque los resultados verdaderos hicieron la diferencia 70 a 30 a favor de Eveling y, a menos que la dirigencia regional de Primero Justicia sea tan supinamente incompetente como para no entender una simple encuesta, para no captar la realidad política del estado Zulia en general y del municipio Maracaibo en particular, todo apunta, a mi muy humilde modo de ver las cosas, a una patente MALA FE. Se le acercaron al marabino con una oferta engañosa presentándole a Juan Pablo como un virtual ganador (no me refiero a la capacidad del candidato sino a sus posibilidades de victoria) y todo terminó en el estrepitoso fracaso personal de Guanipa y del partido Primero Justicia como alternativa electoral.

Vuelven los SMS y PINS de los allegados a PJ echándole la culpa a los que se quedaron en sus casas, que el Zulia es un pueblo políticamente inmaduro hablador de pendejadas, que la participación no llegó al 20% y la mayoría fueron movilizados, que ahora les tocaba apoyar a Eveling Trejo “con el pañuelo en la nariz” (expresión bastante chocante que desdice mucho del espíritu de Unidad que tanto costó lograr) excusas, excusas, y mas excusas para no aceptar la responsabilidad que como organización política tienen en los resultados de ayer. Si fueran honestos ya hubieran debido haber presentado la renuncia a los cargos de dirigencia y dejarle el paso libre a quienes demuestren tener al menos dos dedos de frente para dirigir REALÍSTICAMENTE un partido y no desde el empíreo de los sueños políticos.

Ahora soy yo quien, con “el pañuelo en la nariz” le recomienda a Primero Justicia del Zulia: o hacen las cosas bien pensando de verdad en la Unidad de la oposición o van a terminar como URD. Después de todo el trabajo que habían venido realizando en el Zulia y especialmente en Maracaibo ahora van a tener que empezar practicamente de "0" porque su credibilidad ha sido la gran perdedora en estas primarias marabinas.

Me pidieron que hiciera la siguiente aclaratoria: en el párrafo "Vuelven los SMS y PINS", en primera instancia había colocado "voceros de Primero Justicia" pero luego me aclararon que habían hablado exclusivamente a título personal y no querían involucrar al partido en opiniones personales, por eso cambié a "allegados a PJ", lo demás queda tal cual como lo recibí



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