miércoles, 4 de febrero de 2009

Mi comentario a la noticia del obispo Williamson


Se ha desatado una polémica por la rehabilitación que hizo el Vaticano de los obispos ordenados por Lefebvre sin el mandato pontificio, y en realidad, no todos, sino con el obispo Williamson. Éste, en un programa de televisión negó el holocausto y la existencia de las cámaras de gas, desdeñó los seis millones de judíos muertos en campos de concentración nazis y redujo su número a unos 300.000 (que en lo particular independientemente de la veracidad o no, un solo muerto en esas circunstancias es ya una catástrofe).

Lo cierto es que la rehabilitación no obedece a sus errados conceptos de la historia universal reciente ni a su cretina sindéresis en cuanto al holocausto sino al deseo de Benito XVI de traer al seno de la Santa Madre Iglesia a todos aquellos alejados por el cisma de Marcel Lefebvre.

Cuando salió la noticia del decreto papal levantando la excomunión a los obispos lefebvristas, en lo particular me alegré. Fue, a mi juicio un preclaro ejemplo de la misericordia de Benito XVI, del deseo de corregir los entuertos, de abrazar y recibir a aquellos que se alejaron. Aquí debo aclarar que yo soy hijo de mi época… nunca he celebrado una misa en latín ni utilizado el misal de Juan XXIII, y creo que no me sentiría contento al hacerlo, pero también es cierto que un importante número de fieles católicos prefieren esa “forma extraordinaria” del único rito latino a nuestra acostumbrada eucaristía según la reforma de Pablo VI, y para ellos también tiene que gobernar el Santo Padre. “Aprended lo que significa ‘misericordia quiero y no sacrificios’ porque el Hijo del Hombre no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores”.

Ya Williamson, en una carta hecha pública y dirigida al cardenal Castrillón pidió perdón por la molestia causada por sus declaraciones "En medio de esta tremenda tormenta levantada por comentarios imprudentes de mi parte en la televisión sueca, le ruego que acepte mi sincera manifestación de pena por las innecesarias angustias y problemas que he causado a usted y al Santo Padre". Williamson cita una frase bíblica que hace pensar que se ofrece como víctima sacrificial: "Tómenme y arrójenme al mar, así el mar se encalmará para ustedes: porque sé que es a causa de mí que esta gran tempestad nos ha sobrevenido".

No me parece justa toda esta polvareda mediática que se ha levantado en torno a Benito XVI, haciéndole responsable de los conceptos propios y singulares de Williamson, o como si lo hubiera premiado por ofrecer tan destempladas declaraciones. A fin de cuentas al señor éste le levantan la excomunión no por lo que pueda pensar del genocidio del pueblo judío (que por cierto no es el común denominador de los seguidores de Lefebvre) sino por un acto de misericordia en el que se ve arropado él también. El Papa no podía absolver a unos sí y a otros no, y valientemente corrió el riesgo de que pensaran de él lo que quisieran, con tal de abrir de nuevo las puertas de la Iglesia a todos aquellos fieles alejados por el cisma de Lefebvre.

¿Qué va a hacer el Papa con Williamson? No lo se; ciertamente este individuo no se merece un cargo de decano de Historia en una universidad pontificia y menos de rector del seminario Ecône, pero, a pesar de sus errores (que ya ha admitido y repudiado) su oficio es el de pastor y por eso se le juzgará (“A quien se le dio se le exigirá y a quien mucho se le dio mas se le exigirá”).

, , ,





No hay comentarios: