sábado, 14 de febrero de 2009

Eli Bravo "Mas allá de las palabras"


"Nadie te obliga a votar pero al dejar de hacerlo, nadie estará en la
obligación de escucharte"


No se si voy a votar. Cuando mi amigo soltó la perla durante el almuerzo, casi me ahogo. ¿Para qué?, así no cambiarán las cosas. Lancé una mirada fulminante, e inmediatamente recogió el guaral. Bueno, tampoco es perder el tiempo, pero ¿tú crees que vale la pena? Tomé medio vaso de agua antes de responderle. Era uno de esos mediodias templados en Miami, cuando uno es capaz de olvidar el baño turco en el que se convierte esta ciudad durante el verano. Para entender el abstencionismo, conviene estudiar el caso de Miami. Las aproximaciones oficiales dicen que somos unos 80 mil venezolanos en Florida. Hay quienes aseguran que la cifra llega al cuarto millón. Difícil saberlo, con tanta gente que va y viene. En todo caso, hasta el New York Times ha dedicado su primera página al crecimiento de la comunidad venezolana en los últimos tiempos. Por eso sorprende saber que hay poco más de 15 mil en el registro electoral del consulado, y esto incluye a los residentes de las Carolinas y Georgia.

-Nadie te obliga a votar- le dije -pero al dejar de hacerlo, nadie estará en la obligación de escucharte.

No es un secreto que Miami jamás le entregará a Hugo Chávez las llaves de la ciudad. En estos predios es persona non grata, y no sólo entre los venezolanos. Aquí el discurso en torno al comandante alimenta los medios y las sobremesas, regalándole al análisis, la especulación y el ensueño horas de vuelo. Y también acá, como en todas partes, sobran los que sienten hervir la sangre cuando hablan de política, pero a la hora de que sus palabras cuenten, se enfrían como chicha.

-Mucho se ha escrito sobre el país polarizado, de los extremos y el radicalismo. -seguí tras un breve silencio -Pero quizás sea la hora de entender cómo es posible que tanta gente como tú, con la capacidad de decidir el rumbo de las cosas, prefiera guardar silencio el día cuando una acción vale más que mil palabras. Se espera que esta sea una consulta cerrada, y si los que piensan en abstenerse salieran a la calle, su voto tendría un valor determinante.

-¿Y cómo sé que mi voto será respetado? -Esa coartada suena gruesa, pero te olvidas de algo: hay miles de voluntarios que han puesto su tiempo, inteligencia y entusiasmo para que la voluntad popular no se vaya por las grietas. ¿Cómo decirlo? Creo que hay una buena dosis de tontería al pasar horas opinando desde las gradas, cuando tienes el privilegio de entrar al juego y voltear el marcador.

Pagamos a medias, como es costumbre. Pero a él le tocó dejar la propina.

Tomado de El Universal


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