jueves, 30 de julio de 2009

Editorial El Nacional 30/07/2009 Colombia y Brasil

La crisis con Colombia sigue avanzando en términos amenazadores, a pesar de que los países vecinos, entre ellos el gigante Brasil, se muestran preocupados por las consecuencias de esta dilatada trayectoria de enfrentamientos entre Chávez y Uribe. Ayer Celso Amorin, el canciller de Brasil, ofreció sus esfuerzos para tratar de detener, de alguna manera, una ofensiva que comenzó siendo diplomática y que fue convertida en un anuncio de guerra por el presidente venezolano.

Se trata de una de las mayores estupideces que un mandatario pueda cometer en América Latina. Al igual que los viejos golpes de Estado, -resucitados por Hugo Chávez cuando intentó derribar sangrientamente a Carlos Andrés Pérez-en el hemisferio americano las guerras entre países hermanos forman parte del pasado. Pero no hay nada que le guste más a un presidente autoritario que provocar un ambiente de guerra para librarse de las formalidades democráticas.

En esto de enemistar a Venezuela con los demás países de América Latina camina Chávez desde hace tiempo. Para felicidad de las madres venezolanas, esas guerras que propone el chavismo no se llevarán a cabo y, si el Presidente las intenta, le pasará como al abominable general Galtieri en Argentina, que usó la justa reivindicación de las islas Malvinas como un pretexto cruel y sangriento para mantenerse en el poder.

Los venezolanos vemos con simpatía las declaraciones del ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, en el sentido de que "si hay una preocupación en Venezuela con relación al nuevo acuerdo militar entre Bogotá y Washington, sería bueno que Colombia diga transparentemente de qué se trata". Ese es el lenguaje de la diplomacia y no el del insulto y la desconfianza.

El canciller Celso Amorin recordó que "Brasil siempre trabajó y seguirá trabajando por la amistad y reconciliación entre esos dos países". No podía ser de otra manera porque los funcionarios brasileños de Itamaraty siguen con detenimiento y preocupación lo que sucede entre Colombia y Venezuela.

Con los colombianos, Brasil busca una salida al Pacífico (con rumbo a los mercados de China y la India), a través de la construcción de una estratégica carretera que, desde el norte brasileño, cruza Colombia y desemboca allí en un puerto de aguas profundas. Este objetivo es vital para el crecimiento de las exportaciones industriales y agroalimentarias de Brasil que son el leit motiv que mueve al gobierno de Lula y el piso fundamental de su éxito político.

En ese esquema internacional de expansión comercial de Brasil no caben las FARC y sus relaciones con el narcotráfico, ni los extremismos militaristas venezolanos. Entre las cuestiones básicas que están planteadas es que, en el transcurso de la construcción de ese estratégico corredor hacia el Pacífico y luego durante su funcionamiento, se garantice la seguridad de los bienes brasileños en movimiento. Y Colombia por sí sola no puede dar esa garantía. Más explicaciones imposible.

Tomado de Noticiero Digital




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