lunes, 13 de julio de 2009

Ley de equidad e igualdad de género... una sugerencia a la Conferencia Episcopal Venezolana


Recomendaciones para un debate:

Yo le recomendaría a la Conferencia Episcopal que si quiere participar en el debate acerca del proyecto de ley de equidad e igualdad de género, se ciña preferencialmente (pero no exclusivamente) al aspecto constitucional.

No se puede discutir frente a quienes tienen otra manera de ver las cosas sin clarificar primero los conceptos; ”distinguo… aclaratio terminorum” como se decía en los inicios de las disputas escolásticas.

Soy del parecer que la revolución bolivariana está vacía de contenidos en algunos aspectos básicos y fundamentales como por ejemplo el de la “persona humana”. Esos vacíos se van rellenando a medida que sean necesarios los rellenos, se van acomodando a los intereses perentorios de defensa del proceso revolucionario; es clásico el fenómeno de pasar de la exacerbada promoción de la figura de Simón Bolívar que sirvió en sus inicios (1999) como eje para unificar a la población en torno al mito bolivariano, al árbol de las tres raíces (ahora no es solo Bolívar sino también Zamora y Rodríguez) para sustituirlos a todos con la figura del “che” Guevara y del abuelito cariñoso Fidel Castro. Así como pasamos en menos de 10 años en lo político/partidista del MBR-200, al MVR y luego al PSUV.

El concepto de persona se maneja en la revolución de manera parcializada y respondiendo a los intereses del “hoy” que pueden no ser los mismos de “ayer” o de “mañana”. Bien se le puede definir como “soberano”, “militante”, “votante”, “combatiente”, “columna”, “ciudadano”, “revolucionario” y sus contrapartes (excluidos por tanto del concepto revolucionario de persona) “apátrida”, “traidor”, “contra-revolucionario”, “escuálido”, “oposición”, “pitiyanqui”, “imperialista”.

Resulta incompatible presentar como fundamento de la dignidad de la persona humana el ser creada por Dios a imagen y semejanza a un gobierno cuyos representantes mas conspicuos son religiosamente eclécticos y van desde el fundamentalismo anti-católico mas recalcitrante pasando por sai baba, los orisha, hasta las acomodadas pertenencias del presidente de la República, que así como en China es hijo de Mao, en Rusia es hijo de Lenin, en Cuba es hijo de Fidel, con los protestantes es evangélico, es católico con los católicos, santero con los santeros y vaya a saber si con los seguidores de Buda es también hijo de aquél.

En un país presidencialista en el que los poderes públicos están subordinados al parecer omnímodo del presidente y hacen lo que se les ordena desde el maratónico dominical “Aló Presidente” (re-edición de Henry Altuve y su “Feria de la Alegría”) me parece que cualquier oposición a proyectos de ley debe hacerse desde la misma ley y haciendo énfasis en los Derechos Humanos, sin prescindir de los presupuestos teológicos, claro está, pero me parece que caer en discusiones con los que tienen un mar de conocimientos pero un dedo de profundidad es “arar en el mar”. Al mismo tiempo evitar los fundamentalismos bíblicos de condenas, anatemas y atrocidades, tormentos y fuego eterno que hoy en día provocan mas repulsa que asentimiento.

Existe una innegable y abrupta separación entre Estado y Religión por eso es necesario entablar la discusión en los mismos términos.


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