martes, 7 de julio de 2009

Roberto Giusti: 07/07/2009 El ocaso del ALBA

El ocaso del ALBA

El único factor capaz de reponer a Zelaya en el cargo es el odiado imperio norteamericano

La derrota de Chávez y el ALBA en su intento por reinstalar a Manuel Zelaya con la maniobra del avión que no aterrizó y el fracaso por provocar una suerte de 13 de abril venezolano en Honduras, ha obligado al derrocado ex presidente a mirar hacia Washington, cosa que anunció desde el aire apenas abortada la intentona del aeropuerto de Tocontín.

Que un miembro del ALBA y aliado incondicional de Hugo Chávez busque en la Casa Blanca lo que no le pudieron dar desde Miraflores, pone de manifiesto cómo el peso de la agresiva política internacional del Presidente venezolano llegó a un límite, incapaz, como fue, de devolver a Zelaya al poder. Está por verse, ahora, si ese revés constituye el inicio del fin, el crepúsculo del ALBA y la merma definitiva de un modelo político de exportación, ineficaz en la gestión, pero exitoso a la hora de montar una estructura autoritaria de poder, que se vale de la los métodos democráticos para ir demoliendo a la propia democracia.

El paso de Zelaya, que debe haber estremecido el sensible ego de Hugo, es el reconocimiento tácito de una perogrullada que, por eso, no deja de ser cierta, aunque se nos haya venido olvidando con tiempo: a pesar de su desinterés por la región, luego del fin de la guerra fría, el peso de Estados Unidos sigue siendo determinante para la suerte de países como Honduras. En otras palabras, el único factor capaz de reponer a Zelaya en el cargo es el odiado imperio, cuyo intervencionismo, tan justamente rechazado a lo largo de más de un siglo, al sur del río Bravo, ahora es solicitado sin ambages ni vergüenza por el miembro de un grupo de países que, como el ALBA, conforman la punta de lanza del radicalismo antinorteamericano.

Pero no sólo eso, si Obama decidiera terciar, como así parece, en el asunto, no será para colocar las cosas como estaban la víspera del golpe. En otras palabras, Zelaya y Chávez tendrán que despedirse del referéndum, de la cuarta urna, de la constituyente y de la reelección y someterse a un proceso de democratización, con elecciones libres y cero injerencias de países como Venezuela.

Eso, que significaría una salida pacífica a la crisis hondureña, (algo que no pudo resolver un Insulza en manos de Chávez) debe inscribirse en un proceso de cambio de mentalidad, ya evidente, en los pueblos latinoamericanos, cuya mejor demostración es la derrota de los Kirchner en Argentina y los sucesos de Honduras donde, pese a lo negativo de un golpe que era evitable, la población está a punto de consolidar lo que lucía como un sentimiento mayoritario: el desalojo del pretendido mini imperio chavista, con todas las consecuencias que eso puede generar en el resto del continente. Está visto, la espada que camina por la América Latina salió volando del aeropuerto de Tegucigalpa.

Tomado de El Universal




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