viernes, 24 de julio de 2009

Editorial El Nacional 24/07/2009 Destruir a Venezuela

Después de haber debilitado, casi hasta destruir, al sector productivo privado de la economía nacional, el gobierno chavista la emprende ahora contra las empresas del Estado. Acabar con Pdvsa, que llegó a ser una las empresas petroleras más eficientes del mundo, parecía poco menos que imposible. Pero Chávez está a punto de lograrlo.

No sólo despidió a una gerencia que había costado décadas formar, sino que regaló una proporción gigantesca de la producción a sus compinches políticos. Además, desnaturalizó el objetivo de la empresa embarcándola en las actividades más locas e irracionales, hasta llegar a ser la única compañía petrolera en el mundo que se dedica a producir y distribuir leche.

Ahora Pdvsa se está endeudando para pagar los gastos burocráticos del Gobierno y, a la vez, se la obliga a pelear con sus proveedores dejando de cancelar lo que se les debe. Ahora trata de corromper a los sindicatos y a los obreros, intentando inscribirlos en un artrítico partido único, que no puede arrancar porque está corrompido hasta los tuétanos.

Pdvsa ha sido el juguete preferido para inventar nuevas formas de propiedad que, sucesivamente, fracasaron y concluyeron por llevarla casi a la insolvencia. En su seno los chavistas han instalado un sistema tan autoritario que sus cúpulas podridas eligen con quién deben discutir los obreros el contrato colectivo, y si no aceptan entonces desaparecen los derechos laborales. Lo malo es que ese modelo se extiende ahora a otras empresas del Estado.

El polo industrial de Guayana, sustentado en industrias del sector público que se formaron durante cincuenta años, partiendo prácticamente de la nada, está hoy a punto de colapsar por fallas de mantenimiento, falta de inversión, atrasos en los pagos, déficit financiero y una guerra contra los sindicatos y los obreros que ha provocado a diario huelgas y manifestaciones.

Esta situación, que se deteriora progresivamente, afecta no sólo a una región de Venezuela y pone en peligro sus fuentes de trabajo, sino que repercute rotundamente en la economía nacional.

En Guayana se asientan las industrias que generan las principales exportaciones no petroleras del país.

Según las cifras chimbas del Instituto Nacional de Estadísticas, estas industrias, que en su mayoría son de aluminio y acero, se redujeron en el primer trimestre de 2009 en 71% con respecto al mismo período de año anterior. Esto es, cayeron de 1.423 millones de dólares a escasos 417 millones de dólares.

Con estas cifras podemos deducir cuanto se ha derrumbado la producción y el empleo en sectores tan vitales como la siderurgia y el aluminio. Podemos además imaginar las penurias de los trabajadores de esos sectores y de la región que alberga sus industrias. No se trata de un fenómeno pasajero sino del resultado de una mala gestión. Las máquinas están paralizadas o en mal estado, los trabajadores descontentos y la población angustiada. Ha visto como hoy la actividad es una cuarta parte de lo que era en 2005.

Tomado de Noticiero Digital




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