martes, 1 de septiembre de 2009

El NACIONAL editorial 01/09/2009 "Fusilamiento judicial"


Crece la represión

Fusilamiento judicial


Cuando la ley se convierte persistentemente en el paredón público del Gobierno de turno, pues ya no se puede seguir hablando de democracia, a menos que uno se quiera graduar de idiota. Lo que está sucediendo en Venezuela en el campo de la justicia nos indica que el régimen ha decidido dejar atrás, definitivamente, las fronteras de la máscara y el disimulo. No existe otra interpretación que pueda, al menos, explicar porqué, desde Miraflores, se dio esta orden de romper con todo lo que huela a democracia y pasar al empleo de la represión violenta y dura.

Ya no se trata de la desesperación por un momento político desfavorable para las fuerzas del Gobierno, sino de una fría política de Estado que, desde Miraflores, el propio Presidente de la República ha ordenado que se cumpla por encima de cualquier escrúpulo democrático que pueda quedar rezagado en la conciencia de los dirigentes, cosa casi imposible pero que, por si las moscas, el jefe bolivariano quiere extirpar de raíz.

De manera que, al conocer estos antecedentes, los ciudadanos deben modificar su estrategia de lucha cívica y encaminarla hacia rumbos más originales y desconocidos que, sin perder sus naturales vías pacíficas, permitan no sólo desmontar las estrategias del aparato fascista militar sino desequilibrarlo en sus prácticas antidemocráticas que, día a día, anulan los derechos de los ciudadanos.

Todo esto se puede hacer, paciente y persistentemente, a través de las denuncias en los organismos multilaterales sobre las consuetudinarias violaciones a los derechos humanos, la persecución desatada contra los sindicatos y los movimientos obreros, los gremios profesionales, la educación privada, las universidades y la Iglesia Católica, la actividad comercial y los productores agropecuarios.

También se debe denunciar por todos los medios y maneras, el boicot comercial, inhumano y cruel cometido contra aquellos países que no adhieren a las barbaridades del militarismo fascista ni a sus designios más nefastos. Tampoco se puede presionar comercialmente a aquellos pueblos que ya, de hecho, están sufriendo las imperiosas necesidades del hambre, de la explotación y de la miseria.

No es justo que hoy, desde Venezuela, se usen los petródólares para chantajear a los gobiernos latinoamericanos y para tratar de asustar a los empobrecidos pueblos suramericanos y centroamericanos. La orden de Miraflores es clara: me dan su apoyo y copian al pie de la letra mi discurso, o pasarán hambre y carecerán de gasolina y gasoil. Ya ni los gringos, y mucho menos Obama, se atreven a tan grave chantaje.

Pero lo que ocurre con el chantaje en el ámbito mundial es apenas una sombra chinesca de lo que padece Venezuela. Recordemos los despojos sufridos por la alcaldía mayor de Caracas y su representante elegido por el voto popular, Antonio Ledezma, las persecuciones contra Manuel Rosales y las arremetidas contra César Pérez, representante del noble pueblo tachirense.

Tomado de Noticiero Digital




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