Lo sucedido este último fin de semana en Venezuela agota los adjetivos. Después de intensas conversaciones el gobierno y la llamada oposición llegaron a los acuerdos básicos que incluían entre otras cosas, la no participación de los partidos en el acto “No más Chávez” del viernes 4.
Conversando con los amigos pronosticamos que la marcha del sábado 5 sería la más pacífica del mundo, todo “amor y paz”. En ese momento no teníamos los elementos que ahora manejamos y pensábamos que el régimen estaba golpeado por las imágenes de represión que le habían dado la vuelta al mundo. Sin embargo, cuando hicimos acto de presencia en Caracas atendiendo a la convocatoria mundial lo vimos todo claro. La absoluta ausencia de los partidos de la llamada oposición y los relatos directos que escuchamos sobre las reacciones de los “líderes oposicionistas”, incluidas algunas amenazas, nos hicieron percibir que estábamos ante hechos de mayor gravedad.
La convocatoria a una “marcha” en fecha distinta de la universal ya movía a sospechas. El argumento dado fue que eso de “No más Chávez” era inconveniente. Yo agrego que la convocatoria venía de Colombia y un acomplejado podía encontrar en ese origen un motivo de reticencia. En definitiva, aceptar reunirse o participar bajo ese lema les podía traer acusaciones de “subversivos”, “vendidos al imperio” o de “cómplices en un intento de magnicidio”, dado que de esta última manera lo calificó un vocero del régimen.
La cuestión tenía otras implicaciones. El gobierno venezolano estaba muy preocupado por esa convocatoria y exigió a los llamados “partidos de oposición” boicotearla como parte del arreglo. Las primeras imágenes de la marcha del sábado eran inéditas: no se veía por ninguna parte la acostumbrada movilización militar y policial con tanquetas y otros instrumentos de represión. La llamada oposición se había negado a exigir la renuncia de la Fiscal General de la República , como antes se había negado a exigir la renuncia de los diputados a la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas. En cambio entregarían un documento. Una “marcha” para entregar un documento que terminará donde ustedes pueden imaginarse.
La lectura de ese papel no puede indicar mayor sumisión. Es un documento soso, de un respeto inaudito para quien ha procesado a varios ingenuos que ahora permanecen en las cárceles del país.
Por si fuera poca la oscuridad de este fin de semana, asistimos al fallecimiento del movimiento estudiantil, ahora absolutamente instrumentado por la llamada oposición. La instrumentación llegó a tal extremo que fue un líder estudiantil el escogido para hacer el anuncio grandilocuente del corazón del pacto entre el gobierno y la llamada oposición: “nos vemos en las legislativas de 2010” .
La llamada oposición admite, al fin, que no tiene otro objetivo, que acepta los términos del gobierno impuestos en la nueva Ley de Procedimientos Electorales y que se “portará bien”. Es probable que desde ya inicien una especie de precampaña electoral, como son probables muchas otras cosas, tales como la suspensión de toda protesta formal frente a la Ley de Educación. Es posible que se le otorgue algún “beneficio humanitario” que resguarde a alguno de los últimos detenidos, como es posible que aparezcan otras “consecuencias inéditas”.
Pero lo más grave de todo esto es la ingenuidad, la falta de criterio político, la ceguera, la incapacidad manifiesta de la sociedad venezolana para ver más allá de sus narices. Se trata de que la sociedad venezolana no encuentra el “darse cuenta”. Han pasado diez años de este gobierno y la sociedad venezolana no ha aprendido nada. Sigue siendo instrumentada, halada y arrastrada del hocico, dando muestras de un inmadurez que la condena.
Sociedades como la venezolana están condenadas a ser gobernadas por gobiernos como el que tenemos o por negociantes de baja ralea. Es esta la conclusión dramática a la que se llega.
Tomado de A través de Venezuela
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