viernes, 25 de septiembre de 2009

El NACIONAL editorial 25/09/2009 "Interferencias"



La osada operación que permitió el retorno clandestino a Honduras del presidente depuesto Manuel Zelaya y su ingreso a la sede diplomática de Brasil, contribuyó a que volviera el caos al país, sobre todo en la capital, Tegucigalpa, donde los saqueos y los asaltos -en sectores convertidos en zonas de guerra, con barricadas que impiden el tránsito de vehículos y la circulación de personas- no han podido ser reprimidos por la policía ni siquiera durante el reimplantado toque de queda.

La difícil situación que ya ha provocado la muerte de un joven, tiende a complicarse porque, aún en sitios donde la violencia de los saqueadores ha podido ser controlada, la gente se lanzó a la calle para hacer compras nerviosas en supermercados y gasolineras con el peligro de provocar un severo desabastecimiento.

El complicado retorno de Zelaya y su estadía, sin solicitud de asilo, en la embajada de un país que retiró a su embajador, han provocado toda clase de reproches en medios políticos y diplomáticos del mundo, especialmente en los de Brasil, donde el presidente del opositor Partido Popular Socialista, Roberto Freire, responsabilizó al canciller Celso Amorim por "una acción clandestina y una clara interferencia en asuntos internos de otro país... dentro de un modelo que siempre se ha condenado y que tiene como ejemplo a la CIA".

Amorim se apresuró a ofrecer garantías de que el Gobierno de Brasil no planeó nada y la ministra de la Presidencia, Dilma Rousseff, reiteró que Zelaya llegó por sus propios medios a la sede diplomática y que fue acogido por razones humanitarias.

Pero las aclaratorias no pudieron evitar que el tema llegase al Congreso y la Cámara Baja decidiese enviar una delegación a Tegucigalpa para verificar lo ocurrido en la embajada.

Mientras los brasileños debaten democráticamente sobre un tema que pudiera afectar el prestigio ­muy bien ganado- de su servicio diplomático, Venezuela aparece involucrada, inevitablemente, como siempre, en la planificación y ejecución de una chapucera invasión, según la versión de los hechos suministrada por un oficial salvadoreño en declaraciones al diario El País (España): "A las 10:00 de la noche del domingo un avión de la Fuerza Aérea Venezolana contactó con la torre de control del aeropuerto internacional de El Salvador y pidió autorización para aterrizar y se la negamos... aún así la aeronave inició la maniobra de descenso al tiempo de que una caravana de vehículos con matrícula oficial llegaba al terminal... Para sorpresa de todos, quien bajó del avión era nada menos que Manuel Zelaya y de los oscuros vehículos oficiales bajaron dirigentes del gobernante FMLN encabezados por el diputado Sigfrido Reyes, vicepresidente de la Asamblea Legislativa".

Si efectivamente, Brasil, El Salvador, algún otro país y Venezuela están involucrados en el retorno clandestino de Zelaya, no solo habrán interferido en asuntos internos de otro país, sino que lo habrán hecho de modo insólito y peligroso, con resultados impredecibles.




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