viernes, 24 de abril de 2009

Editorial El Nacional 24/04/2009 Conferencia Episcopal

Revolución ávida.
La tragedia moral.


En momentos en que, por un lado, crece la incertidumbre y la angustia entre los venezolanos honestos y, por el otro, disminuye la ética y la razón entre quienes militan en el sector de las arbitrariedades militares, judiciales y parlamentarias del oficialismo, debemos a agradecer a la Iglesia por la valentía y el coraje demostrados en todo momento. De allí que nadie puede colocar en duda la madurez y el equilibrio de la Conferencia Episcopal Venezolana cuando expresa, calmada y pacíficamente, sus criterios sobre la situación política del país.

Decir "calmada y pacíficamente" no significa atribuirle a los documentos de la Conferencia Episcopal un engañoso alejamiento o una insoportable levedad, sino resaltar que, dentro de ese civilizado respeto, van lanzadas verdaderas cargas de demolición de los muros de mentiras que, desde el oficialismo, se intentan levantar para que el venezolano no se percate aún más del carácter autoritario y demagógico del régimen.

No hay duda de que la Iglesia asume un papel de primordial importancia en la opinión pública al construir sus críticas en ese estilo moderado y respetuoso y, a la vez, incisivo como el mordisco de un tigre. Queda claro así para el Gobierno que la altanería grosera y el insulto gracioso siempre tendrán una respuesta hábil, razonada y para nada estruendosa. Y en ese campo de batalla inteligente, el oficialismo no es un contendor de largo aliento porque los insultos se agotan.

Que el Episcopado muestre públicamente su descontento frente al arbitrario proceso de "desconocimiento de la voluntad popular y de reciente arbitrariedad en la administración de justicia", adelantado por el gobierno del presidente Chávez, es un gesto de coraje y un ejemplo para los venezolanos. Lo que están diciendo los obispos es lo mismo que conversan a diario los ciudadanos de este país que se encuentran ante una situación que los despoja del derecho de elegir a sus representantes, sean oficialistas o de oposición.

Lo que ocurre hoy es que luego del repunte electoral de la oposición en las zonas urbanas, el Gobierno necesita destrozar la confianza del venezolano en el voto que, luego de 10 años de revolución y corrupción, no ha podido ser comprado políticamente con los petrodólares. Ese es el verdadero problema. El camino electoral se le hace cada día más cuesta arriba a los bolivarianos por su deterioro moral, por la ruina de las finanzas públicas y por sus peleas internas cada día más groseras y vulgares para repartirse los pedazos de la reducida torta petrolera.

Cuando los obispos exhortan a la restauración del Estado de Derecho, no lo hacen por oposicionistas a ultranza (que no lo son) sino porque advierten la llegada de una tormenta represiva que pretende cerrar los últimos espacios a los movimientos democráticos y "limitar la autonomía de los medios de comunicación". Su llamado consiste en proyectar, en palabras dinámicas y rotundas, una angustia que está instalada en el seno de la sociedad.

Tomado de Noticiero Digital

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