
Xiomara cuenta –con la vergüenza de tener que hablar públicamente algo que preferiría mantener en privado– que las empleadas de su empresa tuvieron el mismo problema. “Era para que nos hubiéramos negado a ir al trabajo” me dice, y yo imagino una “huelga del período”, una masiva protesta marcada por el ciclo del óvulo que se deshace. Sin embargo, nada se detuvo en la provincia de Pinar del Río por esta “pequeñez”. Los funcionaros siguieron hablando de la “recuperación frente a los huracanes” y los periódicos –que lamentablemente no se pueden usar como almohadillas sanitarias– mencionaron el sobrecumplimiento en la cosecha de papas. El drama quedó escondido en los baños, se manifestó apenas en dos nuevas arrugas de preocupación en la frente de algunas féminas.
Hay quienes creen que la destitución de varios funcionarios o la fusión de un par de ministerios son los reales pasos en el camino del cambio. Sin embargo, yo siento que el detonante de las transformaciones pudiera ser, simplemente, un grupo de mujeres hastiadas de lavar -cada mes– las compresas usadas en su ciclo menstrual.
Tomado de Generación Y
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