sábado, 18 de abril de 2009

Editorial El Nacional 18/04/2009

Entre islas caribeñas.

Locuras trinitarias.

Los regímenes personalistas se caracterizan porque intentan que todas las instituciones, actividades y símbolos se identifiquen con el jefe. En Venezuela, esta tendencia se observa claramente en los fastidiosos y costosos cambios de nombre. Con pocas excepciones, se le ha dado una nueva denominación a los ministerios, institutos y empresas del Estado.

Incluso la República y la Fuerza Armada se identifican de una manera que, al mencionarla, se deba recordar colateralmente a Chávez. Con el mismo criterio modificaron la Bandera y el Escudo Nacional y se intenta borrar la historia del país desde la llegada de Cristóbal Colón hasta 4 de febrero de 1992. El único símbolo imborrable, Simón Bolívar, se lo apropia el mandamás y obliga a que el Libertador y él aparezcan como la misma persona.

Esta aberración, típica de las viejas dictaduras del Caribe, tuvo su máxima expresión cuando Rafael Leonidas Trujillo rebautizó a Santo Domingo con su nombre: Ciudad Trujillo. También Chávez quiere que los organismos regionales se plieguen a sus designios y lleven su impronta.

Hoy quiere eliminar la OEA, que agrupa a los países democráticos, y que se la sustituya por la Alternativa Bolivariana de las Américas, que albergará a un mandatario acusado de violar a su hijastra, a un vendedor de hojas de coca, a un presidente hondureño señalado de corrupto y a un ex sacerdote que tiene hijas y amantes por doquier, como él mismo lo reconoció.

Ya se las arregló para destruir la CAN, y no permitirá que Unasur prospere mientras no siga sus dictados socialistas. Además, exige la desaparición de las instituciones financieras multilaterales y de América Latina, a pesar de que son necesarias para enfrentar la crisis económica mundial.

Para los países más pequeños y pobres representan casi la única posibilidad de evitar la recesión y el desempleo. El Banco Interamericano de Desarrollo, que es el primer prestamista de América Latina, debe desaparecer porque Estados Unidos es uno de sus miembros. En el caso de la Corporación Andina de Fomento no están presentes los estadounidenses, pero tiene el pecado de ser una creación de la época democrática.

La CAN, la CAF, el BID, deberían, según Chávez, desaparecer aunque eso signifique más hambre y más pobreza, y que ambas instituciones estén avaladas y las necesiten los países de América Latina y el Caribe. Se les declara innecesarias con la soberbia del país que todavía se cree rico, pero que en verdad está quebrado.

Propone que se les reemplace por nuevas instituciones que vengan a pedir ante él, personalmente, los favores y que él los reciba vestido de militar, como si hubiera ganado una batalla.

Pero la situación actual no permite complacerlo, porque son tales las urgencias que no se pueden esperar décadas hasta que arranque el Banco del Sur.

Hoy el mundo está tratando de comprender qué quiso decir Chávez cuando propuso que se eliminara el FMI para reemplazarlo por un Fondo Humanitario Internacional, que nunca ha podido o sabido explicar.

Tomado de Noticiero Digital

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