Lolita Aniyar, primera mujer que llega a ejercer una gobernación en Venezuela, y le tocó precisamente al Zulia.
Su período (y me refiero al cargo público) no estuvo excento de confrontaciones con todos los sectores de la vida regional, tanto así que uno de los chistes era que a Lolita lo único que le faltó fue "echarle garra" a la guía telefónica y ponerse a pelear con cada uno de los suscriptores.
Hubo al principio una natural reticencia a su candidatura por venir del sector de la izquierda, y de la izquierda universitaria, considerado como recalcitrante (estamos hablando del 92-93), pero venir de la escuela de Luis Hómez le granjeó también muchas simpatías, y su ejercicio se destacó por fortalecer las debilidades de los sectores educación, salud y Derechos Humanos.
Fue la artífice (aquí no quiero desmeritar a otros que seguramente colaboraron, pero no recuerdo los nombres) de la eliminación de la "recluta" en el Zulia, procedimiento decimonónico y ajeno a cualquier respeto por los derechos humanos fundamentales que consistía en periódicas redadas policiales para atrapar a jóvenes entre los 18 y 22 años que, separados abruptamente del seno familiar y social, iban a engrosar el contingente militar nacional.
También tomó como lábaro en ristre la eliminación de la "Ley de vagos y maleantes", aparato opresor que le concedía a la autoridad (cualquier autoridad) poder omnímodo para detener sin motivo a cualquier persona, bajo cargos tan vagos y subjetivos, que hasta una mala mirada podía ser pagada con la cárcel.
Tal vez la única mácula de Lolita (y esto es mi muy particular modo de ver) es el haberle dado alas y renombre al DiMartino, al tenerlo en su gobierno como estrecho colaborador y encargado de prisiones, pero me imagino que tal vez fuera sorprendida en su buena fe.
Lo cierto es que Lolita se disparó un excelente discurso en el Teatro Baralt el pasado 19 de abril que merece la pena que se difunda; es extenso pero no tiene pérdida alguna. Les dejo el enlace porque es algo largo.
Leer el Discurso aquí
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