La campaña para la Jornada de la Vida lanzada por la Conferencia Episcopal ya está en la calle. El lince en peligro de extinción y el ser humano desechado con leyes abortivas. Y como era de esperar algunos se presta a sacar tajada del asunto desviando a la opinión pública de problemas más acuciantes. A poco que sigamos el juego político del partido socialista, vemos con claridad que no perdonan ni una. El tema fundamental del laicismo y el ogro clerical lanzando anatemas, les viene de maravilla para desprestigiar a la Iglesia y seguir considerándose paladines de la progresía.
Pero la Conferencia Episcopal les ha devuelto la pelota. Abrir un debate sobre el aborto y más aún, sobre si es necesario proteger al embrión cuyo derecho a venir al mundo está siendo cuestionado por las Leyes por aborto o los experimentos de laboratorio, ha sido un golpe genial. Podrán darle las vueltas que quieren pero desmonta la progresía ecológica que renuncia a defender la vida del feto. Aquí no se cuestiona encerrar o no encerrar a las mujeres, criminalizando el aborto. No, es que el aborto es un crimen, la ley sólo lo ha despenalizado en unos supuestos que han resultado ser un verdadero coladero.
Defender el derecho al aborto, es de por sí el mayor genocidio que puede cometer un gobierno. Las cifras son escandalosas y los derechos humanos, cuyo principal fundamento es el derecho a la vida, parecen estar eclipsados por un gran negocio montado a la sombra del aborto. Ahora se quiere dar la vuelta al lema de la Conferencia Episcopal y acusarla de querer criminalizar a la mujer. ¿Díganme por donde llegan a esa conclusión?.
Ni una cosa ni otra. Ni la inocencia simple de Frei Betto, dando argumentos para justificar el aborto. Ni la hipócrita mirada de quien justifica la protección legal de las especies y olvida a los seres humanos más débiles y vulnerables. La puerta está abierta para seguir debatiendo desde la serenidad. En principio los temas de bioética son muy difíciles de explicar a los ciudadanos de a pie. En la calle la batalla se reduce al derecho a hacer lo que quiera con mi cuerpo, que proviene del feminismo egoísta y radical y va parejo con la fobia anticlerical que considera una intromisión cuestionar una ley parlamentaria. Como si no hubieran habido leyes democráticas con fondo totalitario y fascista.
Ninguna de ambas cosas está bien planteada. En principio el embrión anida en un vientre que hoy en día ya puede ser de alquiler. Las consideraciones sobre la licitud moral de estos hechos entran en conflicto con los avances de la ciencia que no le pone puertas a nada ni a nadie. Pero es que además la Iglesia ha sido hábil, muestra la incoherencia de nuestra sociedad. No está exigiendo cambiar unas leyes aprobadas en el Parlamento, sino reflejar una sociedad anestesiada y llena de soberbia, manipuladora de la vida, con fines en principio humanitarios; y que sin embargo derivan en monstruosidades que todos tenemos en la mente.
¿No estamos en democracia?. Es propio de una sociedad sana el debate y el consenso dando argumentos. Algunos no se enteran, pero los expertos ya han levantado su voz. Hay un manifiesto firmado por relevantes profesores de diferentes campos y en especial el de la biología y la ciencia. Todos coinciden en afirmar que hay vida desde el principio. En la actualidad con los avances de hoy en día ya no cabe ningún tipo de duda, por qué no vamos a pedir una legislación que apoye a la mujer embaraza y preserve el derecho a nacer del feto. Más aún, ¿no ha llegado el momento de proteger al embrión?. Sabemos que los científicos manipulan la vida con plena libertad. Sus fines son humanitarios, pero legitiman destruir otros embriones. ¿Quién protege al embrión?. Porque pudiera ser que el niño medicamento se pregunte que está vivo por ser útil a su hermano, en caso contrario habría sido eliminado, como así sucedió con el resto de embriones desechados.
Así que el debate está más abierto que nunca. Y no lo ha puesto en la mesa la Conferencia Episcopal, sino el partido socialista que intenta modificar una Ley desde la irresponsabilidad; o vender al público lo listos que son en el Ministerio de Bernat Soria. Sin pensar en las consecuencias futuras, ni consultar los pros y los contras. Eso se llama buscar el aplauso fácil y ramplón, el voto fácil de quienes viven con la conciencia adormecida. Ahora además, instrumentalizan la campaña “¿Y yo?”, para echar pestes contra la Iglesia. Pero se van a quedar solos. Porque el movimiento Pro vida está hoy en día mucho más activo que hace veinte años
Tomado del Blog La voz de la semilla de Carmen Bellver
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Pero la Conferencia Episcopal les ha devuelto la pelota. Abrir un debate sobre el aborto y más aún, sobre si es necesario proteger al embrión cuyo derecho a venir al mundo está siendo cuestionado por las Leyes por aborto o los experimentos de laboratorio, ha sido un golpe genial. Podrán darle las vueltas que quieren pero desmonta la progresía ecológica que renuncia a defender la vida del feto. Aquí no se cuestiona encerrar o no encerrar a las mujeres, criminalizando el aborto. No, es que el aborto es un crimen, la ley sólo lo ha despenalizado en unos supuestos que han resultado ser un verdadero coladero.
Defender el derecho al aborto, es de por sí el mayor genocidio que puede cometer un gobierno. Las cifras son escandalosas y los derechos humanos, cuyo principal fundamento es el derecho a la vida, parecen estar eclipsados por un gran negocio montado a la sombra del aborto. Ahora se quiere dar la vuelta al lema de la Conferencia Episcopal y acusarla de querer criminalizar a la mujer. ¿Díganme por donde llegan a esa conclusión?.
Ni una cosa ni otra. Ni la inocencia simple de Frei Betto, dando argumentos para justificar el aborto. Ni la hipócrita mirada de quien justifica la protección legal de las especies y olvida a los seres humanos más débiles y vulnerables. La puerta está abierta para seguir debatiendo desde la serenidad. En principio los temas de bioética son muy difíciles de explicar a los ciudadanos de a pie. En la calle la batalla se reduce al derecho a hacer lo que quiera con mi cuerpo, que proviene del feminismo egoísta y radical y va parejo con la fobia anticlerical que considera una intromisión cuestionar una ley parlamentaria. Como si no hubieran habido leyes democráticas con fondo totalitario y fascista.
Ninguna de ambas cosas está bien planteada. En principio el embrión anida en un vientre que hoy en día ya puede ser de alquiler. Las consideraciones sobre la licitud moral de estos hechos entran en conflicto con los avances de la ciencia que no le pone puertas a nada ni a nadie. Pero es que además la Iglesia ha sido hábil, muestra la incoherencia de nuestra sociedad. No está exigiendo cambiar unas leyes aprobadas en el Parlamento, sino reflejar una sociedad anestesiada y llena de soberbia, manipuladora de la vida, con fines en principio humanitarios; y que sin embargo derivan en monstruosidades que todos tenemos en la mente.
¿No estamos en democracia?. Es propio de una sociedad sana el debate y el consenso dando argumentos. Algunos no se enteran, pero los expertos ya han levantado su voz. Hay un manifiesto firmado por relevantes profesores de diferentes campos y en especial el de la biología y la ciencia. Todos coinciden en afirmar que hay vida desde el principio. En la actualidad con los avances de hoy en día ya no cabe ningún tipo de duda, por qué no vamos a pedir una legislación que apoye a la mujer embaraza y preserve el derecho a nacer del feto. Más aún, ¿no ha llegado el momento de proteger al embrión?. Sabemos que los científicos manipulan la vida con plena libertad. Sus fines son humanitarios, pero legitiman destruir otros embriones. ¿Quién protege al embrión?. Porque pudiera ser que el niño medicamento se pregunte que está vivo por ser útil a su hermano, en caso contrario habría sido eliminado, como así sucedió con el resto de embriones desechados.
Así que el debate está más abierto que nunca. Y no lo ha puesto en la mesa la Conferencia Episcopal, sino el partido socialista que intenta modificar una Ley desde la irresponsabilidad; o vender al público lo listos que son en el Ministerio de Bernat Soria. Sin pensar en las consecuencias futuras, ni consultar los pros y los contras. Eso se llama buscar el aplauso fácil y ramplón, el voto fácil de quienes viven con la conciencia adormecida. Ahora además, instrumentalizan la campaña “¿Y yo?”, para echar pestes contra la Iglesia. Pero se van a quedar solos. Porque el movimiento Pro vida está hoy en día mucho más activo que hace veinte años
Tomado del Blog La voz de la semilla de Carmen Bellver
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