miércoles, 14 de abril de 2010

Pederastia en la Iglesia. ¿El Santo Padre nos está llevando por la teología del “pequeño resto de Israel”?


El “pequeño resto de Israel” es un concepto del Antiguo Testamento acuñado por los profetas: Isaías 10,20-22; Jeremías 23,3-4; Miqueas 2, 12-13. 5, 6-7; Sofonías 3, 8-13; que ya tenía sus antecedentes en la elección que Dios hace de Abraham, llamado a salir de Ur de los caldeos para formar una gran nación (Génesis 11) y luego con Lot y su familia en Génesis 19.

El concepto, aún cuando una lectura apresurada de los textos nos haga pensar en “cantidad” (y de ésta, poca), se refiere mas a la calidad; es decir, a los que supieron mantenerse fieles a Yahvé Dios por encima de las veleidades de otros reinos, por encima de los dioses paganos, (los que tienen boca y no hablan, los que tienen narices y no huelen, los que tienen pies y no caminan, porque son hechura de hombres).

El Santo Padre, en una valiente actitud, ha colocado sobre el tapete de la opinión pública los abominables casos de pederastia cometidos por ministros de la Iglesia, no solo para pedirle perdón a las víctimas sino también para exhortar la denuncia ante las autoridades civiles competentes, incluyendo a obispos alcahuetas que conociendo la situación prefirieron guardar silencio, y eso hay que aplaudirlo. Depurar la Iglesia de pastores que son lobos con piel de oveja parece ser la cruzada que ha emprendido Benedicto, a quien no le interesa tanto la cantidad como la calidad en relación al ministerio sacerdotal. Una cruzada cruenta, dolorosa, pero necesaria, como es necesario cortar una pierna para evitar que todo el cuerpo se gangrene.

¿Nos encaminamos los sacerdotes a ser ese “pequeño resto” del nuevo Israel que es la Iglesia?, ¿quiere Benedicto ser el pastor que guíe ese pequeño resto? me parece que todo apunta hacia esa dirección, dejando constancia que la pederastia no es el único motivo de purificación, existen otros, pero un paso a la vez no está nada mal.

Ya el Santo Padre ha tenido (y seguirá teniendo) que beber del cáliz de la amargura, consecuencia de sus decisiones, de todo el mundillo anti clerical y anti eclesial que, como zamuros (buitres) están ahora revolcándose felices en la carroña de esa pierna gangrenada. Se olvidan que es mejor entrar cojo en la Vida Eterna que ser arrojado con los dos pies a la Gehenna, donde el gusano nunca muere y el fuego no se apaga. Y mientras ellos comen y se solazan en la porquería, Benedicto, Pontífice, está redimiendo a la iglesia de los pecados de algunos de sus ministros. Para El Papa, la pasión continúa en la Pascua, ¡vaya paradoja!, pero tal como Cristo, la ha asumido sosteniéndose de la Cruz, como el único camino para la redención, de la que ya era hora que empezara. Como sacerdote me siento avergonzado de todo lo que leo en la prensa internacional, ciertamente, pero como cristiano-católico me siento orgulloso de Su Santidad y de su capacidad para tomar las mejores decisiones por mas duras y dolorosas que sean en estos momentos.

Hablando siempre a título personal, me parece que Benedicto se ha dado cuenta que la Iglesia se equivocó en cuanto al procedimiento. Cuando antes “por el bien de la Iglesia” en muchos casos se entendía una actitud cómplice, en la que era preferible callar para evitar el escándalo, remover al sacerdote a un nuevo destino (una nueva parroquia, un curso académico en alguna universidad romana) para tratar de aplacar el efecto que sus perversas desviaciones habían causado en personas, familias y comunidades, ahora se prefiere la denuncia a las autoridades civiles para que el culpable pague con cárcel y se le coloque en un lugar donde no pueda hacer mas daño a nadie. En este caso, “por el bien de la Iglesia” es verdaderamente “por el bien de la Iglesia”, entendiendo por “Iglesia” no solo los ministros sino a todo el Pueblo Santo de Dios.

No podemos olvidar la misión salvífica de la Iglesia, llevar el perdón de Dios, inclusive al criminal mas abyecto si éste, arrepentido de sus crímenes abre su corazón a Jesucristo. Ya el camino lo mostró Nuestro Señor en la Cruz al perdonar y ofrecer el Paraíso al criminal arrepentido. La perspectiva que tampoco debe perderse es que a veces pecado (orden espiritual) y crimen (orden civil) coinciden y ameritan las soluciones de ambos reinos, no de uno solo.

Los crímenes de algunos ministros del culto, por mas vergonzantes que sean, no tocan ni la esencia de la Fe ni la doctrina de la Santa Madre Iglesia, por lo cual, ningún fiel tiene que sentirse decepcionado de pertenecer a la comunidad de salvación, de estar navegando hacia la Eternidad en la Barca de Pedro, en la Iglesia que Cristo ha fundado. Cada quien es responsable de sus propios actos y cada uno tendrá que rendir cuentas a Dios en el día del juicio final. “Al que escandalice a uno de estos pequeños, mas le valdría que le amarraran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar”… ya la sentencia está dictada, y por el mismo Cristo, quien ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Dejemos que los muertos entierren a sus muertos y nosotros preocupémonos por el Reino de Dios, por seguir a Cristo, que al fin y al cabo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Gracias Benedicto por tu valiente testimonio de amor, por el sacrificio moral que aguantas por culpa de los malos sacerdotes y de los enemigos del catolicismo. Dios bendiga tu ministerio pontificio devolviéndole la lozanía al rostro de la Iglesia. Que se cumpla para la Iglesia la profecía de Isaías 43,19-20:

yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando,
¿no se dan cuenta?
Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa.
Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces;
porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa,
para dar de beber a mi Pueblo,
mi elegido.




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5 comentarios:

Antonio Ricaurte dijo...

Durante muchos años Ratzinger estuvo al mando de la Congregación para la Doctrina de Fe. Y estando en su posición supo y cayó ante innumerable cantidad de casos de pederastía. Su inacción no solo es inexcusable sino imperdonable.

Ahora, al mando de la Iglesia no le quedó otra que recular. Presión de la sociedad civil le dicen. Pero todavía falta por hacer: la iglesia SABE de los casos y debería ser el primero en facilitar la información a los organismos correspondientes para que se haga justicia y no esperar a que las víctimas salgan del silencio donde la iglesia los abandonó.

La iglesia, si quiere seguir existiendo 1000 años más, deberá amputar no sólo una pierna sino ambas: la de la pederastía y la del silencio. Puedo comprender la expresión de "los paños sucios se lavan en casa", pero lo crímines, esos se deben llevar a la justicia.

Y que conste que siempre le leo y tengo en alta estima sus ideas, pero en lo que corresponde a la iglesia y el comportamiento que ha mostrado en los últimos tiempos, con esa iglesia no quiero tener nada que ver.

Padre Carlos dijo...

Para aclararte algo. La Congregación para la Doctrina de la Fe no se encarga de recibir denuncias de ese tipo. En primer lugar porque como dice el refrán "gallo en su patio canta", son los obispos quienes tienen que resolver esos casos (si los hubiere) en sus respectivas diócesis y para nada tienen que recurrir a Roma. No veas a Roma como la panacea de todos los males o la receptora mundial de cuanto problema hay en cada diócesis. Yo me atrevo a asegurarte que Ratzinger no conocía todos esos casos que tú dices que conocía.

Por otra parte, y muy de acuerdo contigo, está el problema del silencio, que como dije en el artículo, el mismo Santo Padre se ha encargado de cambiar "el procedimiento", manteniendo un diálogo (duro, descarnado) en este tipo de acontecimientos. Pero es la misma pierna gangrenada vista de atrás. Se está cortando con eso.

La mala praxis de algunos obispos fue tratar los casos de pederastia como pecado, y no como crimen que tiene que ser penado con carcel y suspensión inmediata del sacerdote criminal. Eso está cambiando y no podemos negarle la autoría de ese cambio a Benedicto XVI. Precisamente por ese procedimiento equivocado de algunos obispos es que se ve forzado a actuar el Papa.

Gracias por el concepto que tienes de mí, inmerecido por demás.

Saludos

Carlos

Carmen Bellver dijo...

Fue Juan Pablo II quien ya pidió perdón por los errores de la iglesia, por sus pecados también. Y es cierto que Benedicto XVI ha recogido una pésima herencia de negligentes actuaciones de prelados.

Sin embargo, creo que están actuando con mucha sabiduría y hasta incluso con mucha valentía, teniendo como tiene un tira y afloja de los curiales casposos y liantes.

Padre Carlos dijo...

Hola Carmen:
Que alegría comunicarnos. Soy asiduo lector de tu blog y aún cuando me pierdo algo en "cuestiones europeas", disfruto mucho tus artículos.

Cierto que muchos obispos valientes enfrentan las situaciones que les toca vivir con coraje. Lamentablemente otros, por alcahuetear o por no actuar con la misma firmeza, se han visto constreñidos a renunciar. (Hasta Magee, a quien conocí como ceremoniero de Juan Pablo II cuando vino de visita a Venezuela en el 86 presentó su renuncia).
Ya eso implica un acto de valentía, aunque por motivos deleznables...

Recibe mis deseos por una Excelente Pascua de Resurrección.

Con mi bendición

Padre Carlos Ares

Jesus Alfonso Morales Matheus dijo...

de verdad que esa es una buena reflexión, asi tuvo que haber respondido la Iglesia, durante una entrevista que vieron millones de latinoamericanos entre Patricia Janiot y el cardenal Castrillón. se trata de ser claros y asumir, sin ponerse a mirar a los lados cuando sabemos que existe un problema.