miércoles, 5 de agosto de 2009

Editorial El Nacional 05/08/2009 Bombas corruptas

La guerra contra los medios de comunicación venezolanos ha ido escalando niveles de violencia que, muy pronto, pueden volverse incontrolables para el propio Gobierno que impulsa estos hechos tan repudiables. Desde Miraflores, el Presidente ha desatado esta campaña de odio y sus militantes más salvajes han entendido este mensaje de destrucción como una orden tajante, dirigida a vulnerar los medios mediante la invasión de sus locales y el ataque físico contra obreros, empleados y profesionales de la comunicación.

Pero esto no exime de culpa al Presidente, quien desde su máximo cargo público no ha hecho otra cosa, en los últimos diez años, que sembrar el odio en este país, sin importarle las consecuencias que ese comportamiento pueda tener entre los venezolanos.

Como militar sólo le interesa un escenario de guerra donde los bandos se dividen en amigos y enemigos. A estos últimos se les debe combatir, destruir o hacerles prisioneros.

Ya el hecho de querer convertir a Venezuela en un campo de batalla donde los venezolanos nos odiamos y destruimos, como si estuviéramos inmersos en una guerra civil, constituye una monstruosidad propia de una mente desquiciada.

Esto hay que tenerlo en cuenta porque con este tipo de personas resulta difícil negociar en términos normales y civilizados: tienden más bien a generar más violencia en la medida en que sus interlocutores le responden con claras razones y rotundos argumentos. No se equivoca la gente cuando dice que el programa Aló, Presidente no debe ser llamado así porque "ya Chávez no soporta atenderle el teléfono a su gente".

Y es verdad porque, en estos casos de profundo desquiciamiento mental, los enfermos tienden a hablar hasta por los codos porque no toleran sino su propia voz. Todos hemos padecido a amigos que les gusta hablar mucho y en voz alta, y que se indignan cuando en la sala se oye un televisor a cierto volumen. De inmediato mandan a apagarlo porque no aceptan competencia.

Pero cuando el enfermo mental es militar y ocupa un altísimo cargo público la cosa se complica. Y si, para colmo de males, esto se mezcla con un grupillo de ministros castrenses que configuran a su alrededor una mafia organizada, entonces los ciudadanos ven como la libertad de expresión se les va como agua entre las manos.

Porque la libertad de expresión y la libertad de prensa son enemigas acérrimas de la corrupción, del narcotráfico y del crimen organizado. Cuando los medios de comunicación comienzan a descubrir las tramas de los negocios sucios del Gobierno, de las jugosas comisiones y de los enriquecimientos ilícitos, entonces deben ser amenazados, injuriados y atacados por los ministros y el propio Presidente.

Estas es una de las razones por las cuales "un grupo de motorizados asaltó la sede de Globovisión, lanzó dos bombas lacrimógenas dejando como saldo un vigilante lesionado con quemaduras en una mano", como bien lo reseñó una agencia internacional de noticias con muchos suscriptores en el exterior.

Tomado de Noticiero Digital

3 comentarios:

Mariano dijo...

Sr. Cura... en vez de meterse en politica debe ir a donde debe ser el pastor de almas como lo fue el santo cura de ars... que hace metido donde no debe.... mientras su parroquia se cae a pedazos... a causa de las sectas y de la indeferencia religiosa... mejor por que no se hizo politico... u otra cosa indigno del ministerio sagrado... que Dios lo ilumine... y haz oracion que es lo mejor..... mas importante es la vida interior...

Padre Carlos dijo...

Mi estimado padre Edgar Julio (Mariano):

En primer lugar me parece una falta de delicadeza y de sindéresis el que usted, desde Perú, juzgue la situación de la parroquia donde desarrollo mi ministerio sacerdotal. Realidad que usted no conoce ni tiene porqué asumir que conoce (aunque tal vez esté proyectando un inefectivo trabajo pastoral y quiera juzgar el resto de las parroquias tal y como está la suya).

En segundo lugar, tampoco le permito que se tome el atrevimiento de decirme a mí donde debo estar o no debo estar. Eso es asunto enteramente mío y no es usted "quién" para convertirse en la medida para medir a los demás. ¿O es que su prepotencia y su orgullo le impiden reconocer que el ámbito en el que se mueven los fieles no solo es el religioso, y que como pastores también debemos arrojar luz precisamente en esos lugares?

En tercer lugar, le agradezco que no se tome el lugar del Espíritu Santo, decidiendo acerca de si mi vocación es al sacerdocio o a la política (u otra cosa indigna), porque eso es algo que solo nos compete al Espíritu Santo y a mi persona, usted queda por fuera en ese asunto.

Le agradezco que no mezcle en un mismo comentario al Santo Cura de Ars con sus faltas de juicio y de caridad, porque quien se desluce es usted, y le resulta un flaco favor a la fe y a las vocaciones sacerdotales su antitestimonio lleno de intolerancia y de mala voluntad.

En Venezuela (al menos) tenemos un refrán que dice: "Quien anda con cojos al tiempo cojea". Me parece (y es solo un supuesto) que tanto trabajo denunciando a las sectas hizo que usted adquiriera precisamente lo deleznable de lo que se empeña en atacar.

Concuerdo con usted en la necesidad de oración y la importancia de la vida interior, fundamentales para nuestra vocación sacerdotal... entonces, por favor, viva lo que predica.

Saludos afectuosos en Cristo y María

Padre Carlos dijo...

Mi estimado padre Edgar Julio (Mariano):

Imperdonable error que ahora subsano el no haber incluído este punto en el anterior comentario.

Lamento mucho que todavía no haya sanado la herida que le causé al denunciarlo como plagiario de mis artículos y que usted publicó en aquel blog testigo.wordpress.

Por eso le pido que sus sentimientos viscerales de odio y venganza los dirija a otro y a mí me deje tranquilo. Aunque, la verdad, yo estoy tranquilo, es usted a quien corroen esos sentimientos nada cristianos. Lo lamento por usted.

Puedo recomendarle los libros de Monseñor Escrivá de Balaguer; estando usted en una prelatura personal del Opus Dei, seguro los encontrará facilmente. Léalos a ver si aprende algo... nunca es tarde!

Salúdeme a Monseñor Ricardo García y dígale que no le envidio nada el clero que tiene