Además del racionamiento del agua, padeceremos paralelamente apagones diarios que durarán cinco horas, según las noticias provenientes de fuentes oficiales.
Añadámosle a estos dos problemas del subdesarrollo, la crisis profunda de la salud, a pesar de las maromas oficiales para ocultarla, y la terrible inflación que golpea de manera inclemente a la población, y tendremos un cuadro que no es compatible con un país que ha recibido un millón de millones de dólares en la década de la revolución bolivariana.
Estos no son asuntos que se resuelven de la noche a la mañana. Son problemas que las sociedades confrontan cuando sus gobiernos carecen de la capacidad de planeación. Este es el dilema de Venezuela. El gobierno bolivariano ha demostrado que es fundamentalmente imprevisivo. Sus planes dependen siempre de los procesos electorales, cada vez que hay unas elecciones en el horizonte activa sus resortes, pero los activa a corto, muy corto plazo, y con propósitos exclusivamente demagógicos. De ahí que prefiere echar a la calle grandes recursos, mientras los problemas que por su entidad requieren programación quedan postergados. Pero estallan, fatalmente, en su momento.
Es lo que está ocurriendo con el suministro eléctrico. El país de grandes fuentes hidráulicas y de grandes recursos de hidrocarburos está condenado a los apagones diarios, de cinco horas, hasta diciembre. ¡Quién sabe si hasta diciembre! Hay regiones, como Margarita, en donde los apagones son cotidianos. Sólo cuando se reúnen cumbres y vienen visitantes como Gaddaffi y Mugabe, entonces la electricidad no falla. Este es el resultado de un gobierno que regala plantas eléctricas a sus socios del ALBA.
La explicación oficial es que "la demanda está por encima de la capacidad de generación". ¿Qué pasa, entonces, con la planificación del Estado? ¿No saben, acaso, que las poblaciones crecen, y que por tanto son cuestiones que deben programarse a tiempo? ¿Por qué nos estamos pareciendo cada vez más y con mayor rapidez a la Cuba de la cual tanto dependemos? ¿Por qué nos obstinamos en copiar un modelo fracasado, que después de medio siglo ha demostrado su inviabilidad? Un régimen que no puede caminar sin muletas ajenas.
El problema del agua es tan dramático que innumerables barrios de la capital pasan semanas sin el servicio. Esto genera malestar y protestas cotidianas. La gente ya no soporta la incapacidad del Gobierno. No hay otra causa, es la incapacidad, la imprevisión, la carencia de planificación lo que explica el retraso, la vuelta atrás, de nuestro nivel de vida.
Frente a problemas de tanta incidencia social, el Gobierno calla, deja el asunto en manos de funcionarios que ensayan sus excusas, pero de la crisis del agua como la crisis de electricidad no se habla en Aló, Presidente. Cuando se habla es para prometer fantasías. ¿Cuántas veces, vale la pena preguntar, el Presidente de la República ha anunciado el fin de Yacambú? Es preciso que el Gobierno hable y diga cuáles son las perspectivas sobre problemas que afectan de manera tan brutal el trabajo y la vida del pueblo venezolano.
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