El jueves, antes de que el trío Giordani, R. Araque y Merentes intentase anunciar alguna medida para reactivar la moribunda economía nacional, ya el eminente profesor de Harvard, Ricardo Hausman, pronosticaba en el Circuito Actualidad, lo que iba a ocurrir en tan esperada performance oficial: "Llevan como dos meses diciendo que van a anunciar medidas y yo creo que lo que van a anunciar hoy, es que no van a anunciar nada". Y añade Hausman: "Estaría gratamente sorprendido si se atreven a anunciar algo".
Y así fue. El show de estos tres "mosqueteros" ni siquiera puede calificarse como el parto de los montes, porque no vimos salir al ratoncito del cuento. No se atrevieron (o no supieron) definir una política económica que "tenga algún nivel de sensatez", como dijera Hausman. Con la esperanza de que vuelvan a dispararse los precios del petróleo, corren una vez más la ya indeleble "arruga" con un gasto público desaforado y un gigantesco endeudamiento interno y externo. El propósito es obtener más dinero para gastarlo en proselitismo de cara a las elecciones parlamentarias del próximo año, para las cuales todas las encuestas pronostican la muy posible derrota gubernamental (CNE rojito y tracalera ley electoral mediante) en vista de la caída del apoyo popular a Chávez .
Cuando Giordani abre cínicamente su intervención diciendo que "estaban esperando otro paquete y se van a quedar con la guayabera puesta, porque este Gobierno toma medidas todos los días", ignora el país sumergido en un caos de protestas sociales: Guayana, Costa Oriental del Lago, eléctricos, transporte público; médicos, enfermeras, estudiantes y habitantes de los barrios. Reclaman deudas e incumplimientos contractuales, despidos, apagones, racionamiento de agua y electricidad, inflación que devora el salario, desempleo y presos políticos. Muestran su ira por la impunidad del hampa criminal, en cuyo combate el régimen ha fracasado rotundamente. Giordani, Merentes y Araque intentaron presentar un país idílico en el que el desempleo y la recesión no existen gracias a la sabiduría y el tino del mago de Miraflores. Afirmó Giordani que "Venezuela está aguantando la crisis mundial (&), se ha mantenido el empleo (la verdad es que sólo en las cifras tramposas del INE). Hablaron de tres objetivos pero no citaron medida alguna para alcanzarlos: "crecimiento económico a través de la inversión (inversión no hay) y programas de empleo (no hay programas)". Giordani banaliza la inflación (la llama "diablillo") y jura que "Venezuela no está pasando la situación de Estados Unidos porque aquí hay seguridad social", obviando que el proyecto de seguridad social está engavetado en la AN desde hace 8 años, mentira que enlaza con otra de Chávez cuando dice que en 1999 solo 21% de los venezolanos tenía una cobertura médica asegurada, mientras "que en 2009 la cifra alcanza a 95% de la población". El experto en políticas públicas sanitarias, Marino González, demuestra que, entre seguros públicos y privados, apenas el 20% de la población está asegurada hoy. Se miente sobre la disminución de la mortalidad materna y desnutrición infantil. Desde 1998 a 2005 la mortalidad materna aumentó un 20%, y miente Chávez al afirmar que "Venezuela cuenta con el mejor y más amplio sistema de salud". ¿Cómo explica entonces que el PM Miguel Requena, abaleado cuando intentó impedir que varios hampones desarmaran a dos GN, haya sido ruleteado por varios hospitales donde no fue atendido por falta de equipos e insumos y murió desangrado cuando lo llevaban a una clínica privada? Chávez sabe que en sólo 3 de los 44 hospitales por remodelar fueron culminadas las obras y que poco más de 20% de los módulos de Barrio Adentro están funcionando. ¿Cuántas muertes podrían haberse evitado si las ambulancias y dinero donados por Chávez para construir hospitales en los países de sus compinches políticos se hubieran invertido en la salud de los venezolanos, al igual que los $ miles de millones dilapidados en armas de guerra, para satisfacer el capricho de un presidente cada vez más alejado del pueblo?
Aquel juego infantil "vamos a contar mentiras, tranlará: por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas" es práctica que se derrumba en el discurso del régimen. Chávez se siguió llamando Hugo aunque los niños a quienes calificó demagógicamente "de la Patria" aún deambulan por nuestras calles, minados por la droga, el hambre y la prostitución. Por eso nadie le cree cuando jura que en diez años más daría su vida si no ha acabado con la pobreza. Por no acabar, ni siquiera ha acabado con los huecos dejados por Barreto y tampoco tapados por Jorge Rodríguez, causa por la cual el fabulador Giordani no podrá conducir sus tres soñados Ferraris. Y luego se extrañan de que en las encuestas Chávez y sus mosqueteros estén llegando al llegadero.
Tomado de El Universal
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