viernes, 18 de diciembre de 2009

All right, Mr. DeMille, I'm ready for my close-up.

No comparto el prurito de la gente joven que ve el cine en blanco y negro como una rareza de museo. ¿Quién no ha gozado con las extravagancias de Buster Keaton o las situaciones rocambolescas tanto de Charlot como de Laurel y Hardy?. Cómo no indignarse con la vida de Hearst, contada magistralmente por Welles en El Ciudadano Kane, las sombras, los claroscuros y primeros planos que acompañan al clima de tensión del Halcón Maltés o la eterna historia de amor del triángulo Rick, Ilsa y Victor en Casablanca (“we allways have Paris”).

Aún cuando nos deslumbren los efectos especiales y la magia del color como estallido visual, los que crecimos con la televisión en b/n (el cine a colores era excepción y probablemente una vez a la semana) no podemos no mirar con admiración las películas que nos modelaron y llenaron de sueños a gran parte de los que formamos el club de la mediana edad.

No es raro hacer referencia a esa época fílmica maravillosa para encontrar analogías con nuestra situación nacional actual, que a pesar de ser a colores y llena de efectos harían envidiar a George Lucas y su Industrial Light & Magic.

Lo maravilloso de la analogía es que es totalmente libre y yo puedo encontrar el parecido que yo quiera entre las situaciones mas (aparentemente) disímiles… el riesgo es que como es una apreciación personal, puede que los demás no la entiendan.

Por eso, cada vez que oigo al ciudadano presidente de la República bolivariana de Venezuela, teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías anunciar un nuevo intento de magnicidio en su contra o un complot para invadir a Venezuela por parte de las superpotencias del eje del mal (esta vez le tocó el turno a las temibles Aruba y Curaçao, mañana pueden ser Djibuti y el archipiélago de las Aleutianas), me lo imagino bajando por una escalera como bajó Norma Desmond en la escena final de Sunset Boulevard. El chofer haciendo de director (otra pasmosa analogía, y que me perdone Von Stroheim por la comparación), las luces de los reflectores y los micrófonos todos sobre la Swanson/Desmond, regalándole el último momento de divismo a una ex-estrella del cine mudo que había perdido la razón y se había apagado tiempo ha.

Si no has visto Sunset Boulevard, no sabes de lo que estoy hablando. Por mas que coloque cortos de youtube no entenderás la analogía, y si te la explico detalladamente (es como explicar un chiste) perderá inexorablemente su efecto.

Lo cierto es que no me extrañaría nada oírle decir al tipo aquel, en alguno de sus simposios, congresos o como se llamen los compromisos foraneos a los que se ha convertido en tan asiduo (¿quién era el que decía que los presidentes van de cumbre en cumbre, mientras que los pobres van de abismo en abismo?), al momento de iniciar su discurso: “All right, Mr. DeMille, I'm ready for my close-up”





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1 comentario:

Carmen Bellver dijo...

Ya se acercan las fechas entrañables. Con la llegada del Niño Dios a nuestros corazones, el mundo derrama un poco más de amor cada Navidad.