sábado, 28 de agosto de 2010

Miguel Otero Silva y "La piedra que era Cristo"


Se cumplen 25 años del fallecimiento de Miguel Otero Silva, fundador del diario El Nacional y escritor de fama mundial. Marxista confeso, supo llevar al papel la constante lucha de clases y la explotación del proletariado que han marcado, desde la tiranía de Juan Vicente Gómez hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX a la Venezuela en la que vivimos.

Muchos han hecho elogios de sus novelas históricas como fiel relato de la situación social del momento para el que escribió. Casas Muertas, Oficina nº 1, Fiebre, Cuando quiero llorar no lloro son fieles exponentes de la violencia que tristemente no ha cesado en el País, y sin embargo su última novela “La piedra que era Cristo”, a mi muy humilde modo de ver, se convierte en la joya que corona un camino de búsqueda del bien, de la paz, de la solidaridad.

Ya resulta paradójico que un marxista y ateo confeso escriba una novela de la vida de Cristo, pero lo mas asombroso aún es que primero la asuma como presupuesto histórico, y segundo se base en los evangelios, que son libros esencialmente de Fe y que a su manera, bañada con “El Capital” y “El Manifiesto Comunista” lograra encontrar la conexión del Jesús histórico con el Cristo de la Fe: "... no lograrán matarlo. él ha resucitado y vivirá por siempre en la música del agua, en los colores de las rosas, en la risa del niño, en la savia profunda de la humanidad, en la paz de los pueblos, en la rebelión de los oprimidos, sí, en la rebelión de los oprimidos, en el amor sin lágrimas" (así termina el libro).

Muchos de sus amigos ñángaras, intelectuales de vieja data y fieles al tan comprometido como cómodo comunismo de cafetería, han tratado de minimizar a lo largo de estos 25 años el alcance que para una biografía de MOS pudiera significar “La piedra que era Cristo”, y en especial su acercamiento tanto a Cristo como a su resurrección. Tal vez no puedan comprender cómo después de tantos años de confesión comunista, al final de sus días, comenzara a considerar a Cristo Resucitado como una opción (y quién sabe si mas que una mera opción). San Lucas en su evangelio nos reporta el diálogo que desde la Cruz tiene Jesús con otro condenado a muerte; un hombre llevado a la pena máxima por sus crímenes (que no debieron ser ni pocos ni de poca monta), pero que reconoce sus culpas “…y eso que lo nuestro es justo…” y la Divinidad y la Realeza del Hijo de Dios “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”, y la respuesta del Señor “te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Si Cristo pudo transformar en un santiamén toda una vida de crímenes y pecados de un hombre condenado tanto a la muerte como a la muerte eterna en la inmediata certeza del perdón divino y de la resurrección junto con Cristo… ¿no pudo Miguel Otero Silva recibir similar gracia del mismo donante?

Ciertamente el libro no es un compendio dogmático de la doctrina, y en alguna que otra parte resulta ser anti-dogmático (no podíamos esperar menos de una persona acostumbrada a ser libre pensador) pero abre el compás de la esperanza de quien cree en uno que presumiblemente comenzó a creer, y aún cuando MOS no haya aclarado el tema antes de morir, no deja de ser atractiva para el espíritu la imagen de un Otero Silva que encuentra en Cristo y en el amor de Dios la desembocadura natural a sus deseos de justicia, de solidaridad y de paz.

¿Aceptó a Cristo como Hijo de Dios, Mesías y Salvador o no lo aceptó? No lo se a ciencia cierta, pero “La piedra que era Cristo” puede ser una lamparita que ilumine la oscuridad de la duda.

Cuando pienso en MOS no puedo menos que acordarme de una vieja película llamada “Las llaves del Reino” protagonizada por Gregory Peck que encarnaba a un sacerdote católico enviado a las misiones en China y que logró escandalizar a ciertos puritanos cuando (refiriéndose al doctor de la aldea) dijo: “se de un ateo que merece mas el Reino de los Cielos que muchos cristianos que conozco”.

Este domingo rezaré por él en las misas que celebre.

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