viernes, 16 de julio de 2010

Laureano Marquez: "De la jalada" 16/07/2010

Los adulantes, llamados en Venezuela popularmente "jalabolas" o "jalamecates", son componentes esenciales de nuestra historia política.

Adular es alabar a alguien de manera excesiva y casi siempre buscando un favor o mantener un determinado privilegio. Por tal razón, la adulación como proyecto político será tanto más poderosa cuanto menos institucional y democrático sea el sistema político. No es que en democracia no se jale, pero se jala menos o con mayor discreción, porque no todo depende de la voluntad de un solo hombre.

En los regímenes autoritarios y/o personalistas se jala con mayor intensidad, porque la adulación es el único mecanismo de ascenso social en un régimen que no admite la menor crítica y toma al adversario como enemigo. El jalabolismo se internaliza tanto que el adulante necesita llegar a creer que no jala, sino que piensa libremente. De hecho, necesita hacerlo para no sentirse tan miserable. Eso se da, de manera especial, entre los intelectuales, a los que les cuesta mucho reconocerse a sí mismos como "jalabolas" porque saben lo indigno de tal condición y entonces disfrazan su adulancia de concordancia casual para salvar sus conciencias. La gente sencilla, que es siempre más clara en todo, porque simplemente acepta las situaciones extremas y se adapta a ellas, está consciente de que adula para obtener algo y entiende la jalada como una alcabala más de las que tantas veces ha tenido que pagar a lo largo de su vida. Por eso suele ser muy práctica y directa en la jalada. Uno lo observa en televisión: jala e inmediatamente pide, sin enrollarse mucho.

El adulante o jalamecate también suele fungir como adivino. Esto es: muchas veces jala por instrumentos. Adula en temas en los que cree que puede halagar sin haber recibido señales del caudillo.

Son los casos en los que se producen los llamados errores de jalada porque a lo mejor el tipo no quería que le jalaran por allí.

Por tal motivo, la vía más segura para jalar es partiendo de las pautas que el propio jalado brinda, lo que reduce notablemente los márgenes de error. Por ejemplo: Ante un insulto de un líder cualquiera a un personaje, un jalador inteligente que jala sobre seguro, saldrá a insultar con mayor fuerza al personaje y a despotricar de él con mayor saña. Naturalmente que un jalabolas original que la pega, tiene mucha mayor oportunidad de llamar la atención del jalado.

Algo que conmueve siempre al adulado es ver a un subalterno arrastrarse hasta el extremo por él. Por ejemplo, el líder te insulta y tú concuerdas con él, como aquel personaje que ante una andanada de insultos del presidente Guzmán Blanco mientras lo corría de su despacho, dijo al caudillo: "Carajo, es que usted hasta cuando se arrecha es igualito a El Libertador".

Bueno, eran unas líneas sueltas para ayudar a los jaladores a sacar mejor provecho del tiempo que les queda, porque a partir del 26 de septiembre, cuando haya un poquito más de división de poderes, los códigos de jalada seguramente cambiarán.


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