miércoles, 22 de octubre de 2008

EDUCACIÓN ENDÓGENA DEL SIGLO XXI



Hoy vengo como el perro arrepentido, con el rabo entre las patas a confesar mi incapacidad para ayudar a una criatura de escasos 7 años en su tarea escolar en este socialismo endógeno del siglo XXI.
Resulta que a principios de octubre se me presenta un niño, hijo de una pareja muy amiga, y me pide que lo ayude con unas preguntas. Ajá! -le dije- vamos a ver... y en seguida me aspetó: Qué se celebra el 12 de octubre?, y yo, con docto semblante e ínfulas de magister inmediatamente le respondí: Pues "el Día de la Raza", y proseguí hablando de la Reina Isabel, del cofre de joyas, de la ruta hacia las indias occidentales, de Cristóbal Colón, del puerto de Palos, de sus tres carabelas, (aquí tuve que corregirlo como tres veces diciéndole que no escribiera "calaveras"), de Juán de la Cosa (no se porqué le causó gracia ese nombre), de Yañez Pinzón, de Rodrigo de Triana y el grito de "tierra", de Guanahaní y los indios, de España y América, del crisol de las razas, y que por eso todos tenemos en nuestra sangre algo de español, de indio y de negro.
La semana pasada me lo encontré de nuevo y le pregunté cómo le había ido con la tarea y me respondió no sin un dejo de tristeza: la maestra me corrigió toda la tarea y me dijo que no era "el Día de la Raza" sino el "Día de la resistencia indígena" frente al invasor colonialista que llegó a explotar a nuestros hermanos indígenas, matarlos a todos con las armas y con las enfermedades que trajeron.
Me quedé de una sola pieza, lívido como un bloque de mármol, Coño ‘e la madre -pensé para mis adentros- ya desde pequeñitos comienzan a adoctrinarlos en esa basura de dialéctica marxista y conceptos comunistas que mas que bien han traído desolación, división y muerte. Me importan un pito los sociólogos comunistoides y sus maneras de interpretar la historia, me importan un pito lo que puedan pensar los "cerebros" que idearon el nuevo currículo escolar aplicando la manera muy peculiar de ver la historia de los sociólogos comunistoides, a un niño no pueden comenzar a educarlo en los anti-valores de la división, del odio y de la anti-cultura de la muerte; no tienen que centrar su atención en la violencia racista como la preponderancia de la “leyenda negra a la inversa” de la colonización del continente.
Yo no soy partidario de romantizar la historia, es cierto que el período colonial tuvo sus luces y sus sombras, pero de ahí a ver sólo sombras y así presentárselo a los niños, me parece una cruel manera de tergiversar los acontecimientos (dicen que es peor una “media verdad” que una mentira). Me parece que es mejor sembrar los valores de la solidaridad, de la justicia, de la paz y que luego, con esa base formativa, el niño, a medida que va creciendo "en sabiduría y en gracia", pueda evaluar los pro y los contra, pero ya con una buena y civilizada base de valores y criterios de juicio al menos medianamente objetivos.
¿Que deben ejercitar el pensamiento crítico?, estoy de acuerdo, tampoco queremos ciudadanos autómatas que acaten ciegamente hasta los dislates mas rocambolescos de la autoridad (cualquier parecido con el PSUV es mera coincidencia) pero cómo se les pide a los niños ser críticos cuando se pondera una sola y exclusiva visión del hecho histórico?
Recuerdo que en mi formación académica fui avanzando desde el conocimiento del Día de la Raza como la historia de Colón, el gran navegante y descubridor (en primaria) hasta los episodios (y no todos) oprobiosos de la conquista americana durante la secundaria. Me ayudaron llevándome por una línea lógica de pensamiento para que pudiera evaluar el descubrimiento y la colonización, a medida que iba creciendo, en cuanto a lo que tenía de positivo como lo que no… pero si de plano comenzamos con lo negativo, con el odio, con el racismo, con la violencia, alguno de ustedes creerá que el niño podrá ser objetivo al analizar la globalidad?
Recuerdo que una vez un Obispo muy amigo me decía (para justificar el régimen del seminario) "para aprender a mandar hay primero que aprender a obedecer", coño! y me lo dijo tan serio que "casi" se lo creí… A mí me resulta que quien aprende a hacer zapatos, hará zapatos siempre y no se le podrá pedir otra cosa porque sólo ha aprendido a hacer zapatos; que el que aprende a obedecer, obedecerá siempre y no sabrá mandar porque sólo ha aprendido a obedecer; que el que aprende a odiar, odiará siempre porque no ha aprendido a amar; que el que aprende a vivir en la injusticia será siempre un servil monigote mudo ante cualquier vejamen de la autoridad y un perfecto esbirro cuando, convertido en autoridad le toque ejercerla con sus inferiores.
-Cristóbal Colón fue un "geniocidio" que trató muy mal a los indígenas- me siguió instruyendo el niño en la nueva interpretación de la historia lanzada desde el maratónico programa dominical "Aló Presidente" y fielmente (¿?) recogida por la maestra-foca... claro que el niño entendió "geniocidio" (y no dudo que la maestra lo haya entendido así también) pero en realidad es "genocida", concepto que le gusta utilizar al presidente cada vez que se refiere a Colón (en contraposición al de Descubridor, y que según el Historiador Mayor debe eliminarse), que es una vez al año, cada 12 de octubre, que coincide perfectamente con el tiempo que le dedica a atender la promoción humana y las necesidades de los indígenas... 24 horas al año, justo el tiempo necesario para salir retratado con un penacho de plumas, un collar de tumas, peonías y pepas de zamuro, besar 2 ó 3 indiecitas, sentar un grupito frente a las cámaras para que parezca la tribu completa y recordarles que el indígena que no está con Chávez no es indígena.
Pero bueno, ya estoy preparado. Esto no me vuelve a pasar otra vez! Cuando el niño (cualquier niño) se acerque a preguntarme qué conmemoramos el 17 de diciembre le diré francamente, mirándolo a los ojos, sin pestañear ni titubear que el tatarabuelo de Alberto Federico Ravell y el bisabuelo de Marcel Granier en complicidad con Chester Arthur Bush, presidente del Imperio, y la oligarquía bogotana de los Uribe, a través de los agentes de la Compañía Pinkerton (hoy FBI-CIA) envenenaron a Simón Bolívar y luego le pagaron 800.000 dólares (convenientemente guardados en una maleta y provenientes de la floreciente industria del cacao) a Augusto Próspero Reverend para que falseara la autopsia del Libertador declarando su muerte como natural (claro, cuando a uno lo envenenan es “natural” que se muera). Que el testamento del Libertador se resume en sus últimas palabras como postrer aliento: Yankees de mierda, váyanse al carajo! Y que los devotos seguidores de Bolívar, para evitar que se perdiera la línea sucesorial, previendo que el Imperio quisiera borrar todo rastro del Libertador como hiciera el emperador Augusto con Cesarión, hijo de Julio Cesar y Cleopatra, tomaron al hijo que Bolívar tuvo en secreto lo envolvieron en una manta roja (igualito que a Superman, pero como es pityyankee no lo podemos mencionar aquí) y lo escondieron en un pueblito perdido en lo que hoy es Barinas.
Ese niño sacará 20 puntos!


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