jueves, 24 de julio de 2008

CAMBALACHE

















Otra situación que como católicos nos conmociona es el intento de robo de la reliquia de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela por imposición de la Conferencia Episcopal. Sólo imaginarnos el acto sacrílego nos suma en la desesperanza porque "ni hasta la Virgen se salva" del estado de descomposición moral-religioso que afecta nuestra nación. Uno podría pensar en los mil y un motivos: venganza contra la Iglesia, amedrentamiento, brujería-santería, cobro de rescate, coleccionistas privados, sectas resentidas, pero por el modus operandi tan burdo, también podríamos pensar en la codicia de un par de tipejos, aventureros de poca monta que quisieron "ponerse en cobres" atraídos por la voluptuosidad y la concupiscencia que despiertan los "metales nobles y las piedras preciosas".

El hecho, aunque repulsivo no reviste novedad alguna. ¿cuántas veces no hemos tenido al "fiel devoto" que se acerca muy piadosamente al altar y no es mas que pa' coger la colecta de la misa y pegarse a la carrera por toda la nave central? ¿cuántas veces no han querido robar la corona y/o el cetro de la Virgen de Chiquinquirá? ¿cuántas veces no hemos leído los intentos de robo en el templo de la Virgen del Valle en Margarita? ¿la corona de la Virgen del Rosario de Aranzazú en La Rita no se la robaron ya? lo que me lleva a pensar: tenemos que brindar esa imagen de opulencia y riqueza en nuestros templos emblemáticos?. Yo entiendo que el cariño de los fieles haga desear lo mejor para la venerada reliquia pero, tenemos que llegar a la bofetada al pueblo pobre de adornar con oro y piedras preciosas nuestras imágenes mientras la gente hace interminables horas de cola en los Mercal para comprar un pollo barato? mientras duermen a la intemperie frente a las puertas de las empresas esperando "que los llamen" para un trabajo que dure así sea por dos o tres días? Es justo que nuestros templos tengan nichos anti-balas y sofisticados sistemas de alarma para prevenir la provocación que precisamente causan los adornos que tenemos dentro?.

La conciencia de los párrocos se tranquiliza porque "los fieles" desean que las relíquias se adornen con lo mejor ("fieles" que a veces no pasan de las cuatro viejas de la cofradía de Santa Gudula), pero... ¿y si le preguntamos a la madre soltera que vive en un "rancho de lata" con 6 niños famélicos en cualquiera de las invasiones que pululan en nuestras parroquias?

Se que es dificil ir en contra de la atávica herencia que nuestros conquistadores y sus reminiscencias salmantinas legaron a la idiosincracia venezolana pero creo que los "signos de los tiempos" nos invitar a hacer una revisión de las formas que damos a nuestras devociones.

Yo no abogo por la "rancherización" de nuestros templos pero tampoco estoy de acuerdo con el contoneante boato que como tango de figura bailan el lujo y la ostentación en el sarao de nuestros camerines y presbiterios.

1 comentario:

jesusmr dijo...

no es fácil comprender a personas así, con esa capacidad de hacer el mal..
saludos padre!!!